Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Sobre el trabajo de noche y los fines de semana

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Genera mucha alegría en quien escribe, que una lectora fiel pero desconocida, me pida desde la sombra del anonimato, que por favor trasmita su queja al mundo en relación con los horarios y su vida personal. Su solicitud llegó un sábado en la noche (día no laboral), pidiendo auxilio puesto que, siendo empleada de “manejo y confianza”, no le aplican los horarios normales y siempre debe estar dispuesta para trabajar más allá de su jornada.

“Estoy perdiendo a mi novio, no me queda tiempo ni para descansar, ni para hacer nada”, se quejaba.

En todas las legislaciones laborales del mundo deben aparecer las circunstancias especiales en los cuales un trabajador debe extender su jornada, aun más allá de toda razonabilidad. En el caso de la legislación colombiana, por ejemplo, el código laboral cita textualmente a los capitanes de barco como personas que no están sujetas a horario alguno y se extiende a todas las demás personas cuyos cargos le impiden abandonar su tarea sin grave peligro para la empresa o la vida humana.

¿Imaginan un capitán de barco que en la noche oscura y en medio de una tormenta atraca en un puerto y se baja con la excusa de que “ya terminó su jornada”?

La verdad es que no es raro en el mundo organizacional, y en el trabajo administrativo se presente esta necesidad de presencia en horarios no laborales y días festivos o de descanso. Y esto, siendo que por naturaleza el trabajo administrativo es poco sujeto a turnos y jornadas extras como si lo el capitán de una nave. De esta manera le arrancan al empleado no solo el valor de sus horas extras sino también lo más valioso que tiene el ser humano en su vida: justamente tiempo para vivir.

En el balance vida/trabajo, cada vez más de moda y apreciado por los empleados de esta era, es necesario poner límite a la tradición de extender, a fuerza de costumbre, el trabajo más allá de los horarios pactados. Está dicho en las normas que el reglamento es para cumplirse y así como se cumplen los horarios de entrada, deben cumplirse los de salida.

Una propuesta de control

Es posible crear un indicador de recursos humanos en donde se vea como cada líder involucra o no a sus colaboradores en las extra jornadas, sobre utilizándolos. Para ello, estos sencillos pasos le ayudarán.

1-Asi como por cada permiso de ausencia debe presentarse una solicitud, debería exigirse que para trabajar por fuera de los horarios laborales deba presentarse un requerimiento del colaborador al jefe inmediato. Este último debe justificar con su firma o su Vo Bo (físico o electrónico –un simple correo-) una autorización para trabajar por fuera del horario laboral.

Cada colaborador, acucioso, deberá enviar copia de tales solicitudes al área de recursos humanos, con la responsabilidad de generar el indicador de jornadas extras laborales. No es difícil, los empleadores ya lo hacen para las horas extras normales.

2-Cada Jefe o líder tendrá derecho a usar, justificándolas, un máximo de 50 horas año por colaborador como sobre jornada (lo que implica que sólo puede usar una hora cada semana o lo que es lo mismo, cuatro horas al mes). Por encima de eso, deberá explicar su alto indicador. Los resultados altos pueden indicar que le ha faltado planeación para cuantificar su planta necesaria o simplemente que no logra hacer cumplir los objetivos en los tiempos acordados.

Se supone en el punto No 2 que 50 horas empleado/ año “regaladas”, sin pago de horas extra, son un rango ya suficiente para afrontar las “tormentas” en el mar administrativo de nuestros procesos, donde no faltan los trabajos de última hora y las urgencias.  Además, se cumple la ley en termino de que se ha vuelto costumbre darle estatus de pequeños “capitanes de barco” a quienes no tienen tal responsabilidad. Ese número de horas, así cuantificadas son ya demasiadas pero estoy seguro que es una ínfima parte del total de horas hoy robadas a las vidas de los colaboradores.

Cierto es, que si al empleador le preocupa el ausentismo y se toma sus esfuerzos en medirla, está en mora de preocuparse por el síndrome del capitán de barco en sus mandos medios, que ni son capitanes, ni son obreros, pero que a fuerza de su contrato o porque simplemente es moda, se exija presencia y responsabilidad más allá de la jornada legal, y lo peor, sin que se le remuneren las horas extras laboradas.

Las empresas no se pueden dar el lujo de perder talento por una mala planeación de la planta de personal y la jornada. He visto muchísimos casos de abandonos debido simplemente a que “en X empresa no me exigen trabajar los sábados”.

Aunque a la postre se beneficie el empleador en el plano económico al obtener horas extra sin generar costos de nómina, al final la cesta se rompe, transformada y hecha realidad, en desmotivación, deserción y enfermedad laboral.

Quiero terminar mi escrito con una sentencia final y contundente: quisiera que se llegara al punto de que sea tan mal visto el que una persona trabaje por más allá de su jornada, con tan iguales ojos malos cuando es el empleado que entrando a las 8am, se presenta a laborar a las 10 de la mañana.

Cuando un empleado llega dos horas tarde después del inicio de la jornada sin consentimiento de su jefe es falta grave. Igual pena debe recibir quien trabaje, sin consentimiento, una hora más de su jornada.

La empresa que lo haga ganará en talento, en motivación y se convertirá en la “Google latinoamericana”, en esta tierra donde abundan profesionales trabajando en las noches y en los fines de semana, sin haber tocado nunca un timonel de barco, ni una nave, o que ni siquiera nadan.

Por el respeto de la gente, por el tiempo que es oro en polvo en vida: no se olviden de mi triste amiga desconocida que dio origen a esta diatriba.

Que sólo los jefes autoricen extender una jornada y que haya un tope razonable (máximo 4 horas mes). Más allá de eso es desorden. O falta gente, o hay sobrecarga de trabajo y eso no lo debe permitir un líder.

Que solo los capitanes de barco, en medio de una noche oscura y con amenaza de tormenta estén obligados a extender su jornada.

Todos los demás, que cumplan como todo buen cristiano, su jornada.

Hasta pronto.

Ramón Chaux

Psicólogo laboral

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