Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Si, pero… ¡todos juntos!

Manitos

Cuando el balance de una empresa no sale bien al final de año estaría bien que los empleados estuvieran dispuestos a prescindir de algunas prebendas o beneficios como una forma de beneficiar a la empresa que les da trabajo y sustento y, lo más importante, para asegurar que persista su empleo en el futuro.

Mucho hablan las empresas hoy día sobre la famosa competencia “trabajo en equipo”. La mayoría de acepciones que he visto se refieren al trabajo en equipo entre los grupos de colaboradores. No he visto que la definición incluya a la empresa trabajando en conjunto con sus empleados.  (Me refiero explícitamente a sus gerentes, accionistas o junta directiva).

Hablo de esto porque en épocas de vacas flacas se recortan beneficios, se frenan las contrataciones, se congelan las nivelaciones salariales y si hay ascensos el aumento de la remuneración en muchos casos queda aplazada.

Si hay trabajo en equipo, en los años en que los beneficios o utilidades de la empresa son extraordinariamente buenos, estos resultados deberían verse reflejados en los co-equiperos que hicieron posible el logro de tales metas. ¿No les parece lógico? En la época de cosecha, nos va bien a todos. Y en el verano intenso, trabajamos todos aun a costa de perder peso. Así sucede en una comunidad, en una familia.

En aras de la justicia, hay muchos ejemplos de cómo una fuerza sindical poderosa y ávida de beneficios sin fin ha causado una crisis tal que genera el fin de la empresa, que termina vendiendo, cerrando o trasladándose a invertir en otro país. En la otra mano, desafortunadamente más frecuente, hay empresas como los bancos, con utilidades multimillonarias pero que cada día contrata más personal a término fijo, o terceriza sus procesos y/o contrata sus empleados no directamente sino a través de empresas temporales. Así, sólo vincula por la empresa a los “empleados clave” y “estratégicos”, delegando las tareas operativas (caja, fuerza comercial, contabilidad, aseo, vigilancia) en terceras empresas.

Y entonces, cómo el ser humano es trascendente, empieza a ver que no hay coherencia entre los mensajes que reciben por correo de presidencia y por la intranet: “el trabajo en equipo”. Como seres humanos inteligentes y comprometidos, como empleados, nos gusta saber que hicimos las cosas bien, que gracias a los empleados se generaron ingresos por encima de lo esperado y entonces habrá mejores condiciones de contratación.

Y es que a los seres humanos no hay que pedirles que trabaje juntos. La condición social gregaria de nuestra especie hace que nos juntemos solos, por el único placer de no estar sólo. “Todos juntos” es mejor que cada uno por su lado. Pero no hay “todos juntos” cuando se terceriza la contratación o se eliminan beneficios mientras se compran sillas nuevas, se renueva el piso de la sala de gerencia y se figura entre las cien empresas más exitosas del país.

A los seres humanos nos gusta ser parte de lo que hacemos con todo y sus consecuencias. Lo que sucede, por lo menos más a menudo de lo que uno quisiera, es que las consecuencias solo tienen una dirección: cuando la empresa va mal recorta, pero cuando va muy bien esto no siempre se refleja en beneficios a los colaboradores.

La tendencia general es que los beneficios extralegales tienden a desaparecer, lo mismo que los sindicatos. Incluso, en honor a la verdad, el inicio de esa tercerización fue gracias a la tenaz voracidad de algunos gremios de trabajadores que las empresas empezaron a buscar alternativas; buscaban protección de las huelgas y las peticiones colectivas exageradas cada año. Allí apareció la figura del contrato a través de un tercero, con lo cual el empleado no puede hacerle huelga a la empresa por la simple y llana razón de que no es su patrón. Y eso, continúa hoy. Estamos en la misma oficina, pero tu patrón es otro, aunque contribuyes al logro de mis objetivos.

Cómo la dinámica social es cambiante, así cómo se dio ese fenómeno, ¿no será posible devolver la maquinita del tiempo, que los sindicatos sean más sensatos y que empresas y trabajadores vuelvan a coexistir beneficiándose mutuamente en condiciones de respeto mutuo? Quiero decir, que entre empresa y trabajadores se forme un verdadero equipo.

Si por designio divino me dieran tal facultad (aquella de devolver así, de un tris, el tiempo), únicamente pondría una sabia decisión antes de hundir el mágico botón:

Está bien, acepto. Pero solo con una condición:

Sí, pero… ¡todos juntos!

Hasta pronto

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Ramon Chaux

Psicologo organizacional freelance

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