Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

Si el trabajo es salud…

El trabajo como fuente de salud

el trabajo es salud

Normalmente al trabajo lo asociamos más como detonante de enfermedades profesionales antes que como agente protector de la salud. La verdad es que el trabajo y en general la ocupación es un factor clave dentro del mantenimiento de una mente y cuerpo saludable. Analicemos juntos algunas razones:

Ciclo trabajo-descanso

Ya sé cómo la mayoría de nosotros odiamos (en mi caso odiaba, ya no) los lunes después de un festivo largo -a propósito de semana santa-. Esa “pereza” de regresar a la rutina del trabajo y desde el sábado empezar a saborear cada hora mientras se ve el reloj con angustia de cómo se nos va a terminar el tiempo libre. Lo cierto es que para apreciar esta dicotomía ocio-trabajo basta con quedarse sólo con el ocio. ¿Les ha pasado cuando sus vacaciones son demasiado largas que les empieza a hacer falta el trabajo? El ser humano está condicionado para tener ciclos y cierta rutina en su vida. Nos levantamos a una hora, y nos dormimos regularmente a la misma hora. Hay horas para comer, incluso para ir al baño. Como si fuera poco a esta rutina biológica nosotros le agregamos la propia: nos vamos por la misma ruta siempre al trabajo, compramos en el mismo supermercado, usamos la misma marca de jabón, de pasta dental y muchas tantas otras rutinas.

Así pues, los días de descanso se aprecian en su valor propio cuando hemos estado una semana ocupados. Aquellos que hayan pasado tiempo desempleados estarán de acuerdo conmigo en lo azarosamente gris que se vuelve la semana con todos los días iguales.

Ese ciclo de trabajo-descanso le da un toque picante a la vida, es necesario para tomarle el sabor a los fines de semana, a los feriados y a las vacaciones. Es útil y necesario para la vida. Todo el tiempo ocio enferma a la gente, mental o físicamente. También el lado contrario. Por eso esos periodos interpuestos de trabajo/descanso son una manera inteligente y sabia de usar el tiempo y va acorde con la naturaleza circadiana del ser humano. Sin trabajo no existe el descanso. De gracias entonces porque tiene trabajo para valorar cada hora, cada minuto que ha disfrutado la semana santa que está terminando…

Depresión o ansiedad

La depresión se ha llamado la enfermedad del siglo XXI y tiene una altísima prevalencia en todas las sociedades modernas, industrializadas o en vías de desarrollo. La ansiedad no se queda atrás. Quienes hayan sufrido o sufran tales padecimientos valorarán el tiempo que pasan en el trabajo pues las tareas, las reuniones y las interacciones y normas propias del lugar de trabajo impiden que se manifieste la enfermedad en su forma dolorosa de sentimiento de agobia y aislamiento. Si a una persona en tal condición le quitan el trabajo es muy probable que su padecimiento empeore. El trabajo siempre actuará como un colchón amortiguador que mantendrá a la persona como un cordón umbilical atado a la vida productiva, a la interacción con otros. De otro modo tendríamos personas encerradas, improductivas y por ende, potenciando su sentimiento de enfermedad y auto conmiseración en un ciclo progresivo con consecuencias nefastas. El trabajo entonces se convierte en un elemento protector a conservar en estas personas. Es claro que el trabajo no es la cura, pero sin él la situación empeora.

  

El sueño

Estoy de acuerdo con la mayoría de ustedes: una de las peores cosas del trabajo es abandonar la cama cuando aún está oscuro y madrugar no es agradable y menos si no se ha dormido bien, si está lloviendo o si el día anterior estuvimos de paseo y regresamos cansados…

El trabajo nos obliga a mantener un ciclo de vigilia-sueño más saludable que si no lo tenemos. Todos habremos observado como en un periodo tan corto como en las vacaciones nuestras etapas de vigilia van creciendo, cada día nos dormimos más tarde y por ende, no levantamos menos temprano. En el apogeo del ocio podemos quedarnos hasta las 2 o 3 de la mañana leyendo un libro, viendo una película o en cualquier otra actividad. Al día siguiente nos levantaremos a las 10 de la mañana y de manera natural ese día nos acostaremos más tarde. Si a esta situación le agregamos el ingrediente “siesta” podríamos estar hablando fácilmente de personas que viven de noche y duermen de día, lo cual es antinatural. El trabajo nos quita energía pero nos dispensa necesidad de descanso y por ende la calidad del sueño de una persona que ha trabajado una jornada será mejor que la de alguien que ha tenido ocio todo el día. No hay que olvidar que una de las fuentes de salud (y de enfermedad) a todo nivel está representado en el sueño.  El trabajo y sus horarios son un excelente antídoto contra el natural desorden en el ciclo de sueño-vigilia que nace en el ocio.

Adicciones, celos, duelos

Quienes tienen el hábito de fumar encuentran en el trabajo un impedimento para hacerlo con más frecuencia en el día. Bien es conocido que el poder nocivo del tabaco aumenta con la frecuencia de consumo diario, así que el trabajo, sólo por este concepto, debe salvar miles de vida al año. Esta larga jornada diurna sin poder usar el tabaco también suele facilitar su retirada, en tal caso estaríamos hablando de millones de vidas, por lo menos prolongadas.

Otro tanto pasa con el licor. El hecho de poder consumirlo sólo cada 8 días en los casos de alcoholismo es una anotación positiva del trabajo en la progresión de la enfermedad. Mucho cuidado que no quiero decir que cada ocho días es saludable, pues aun esta frecuencia ya es muy peligrosa para la salud. Lo que quiero decir es que las obligaciones contraídas en el trabajo impiden que el síntoma se manifieste con menos frecuencia y consecuentemente se tarden más en aparecer los efectos nocivos.

No vayamos tan lejos en vicios tan relativamente odiados como el tabaco o el licor. ¿Qué hay de las idas a la nevera a comer algo cada 20 minutos? Y de la adición a Facebook, a Twitter, a hablar por teléfono, etc.

Quienes sufran de celos enfermizos encontrarán en el trabajo una oportunidad para descansar de sus pensamientos recurrentes y dolorosos. Los apremios del trabajo suelen hacer descansar al aquejado(a) y por ende al otro ser humano motivo de los celos…

El trabajo también es un buen amigo en momentos de duelo ante perdida de seres amados. Ante tales situaciones, sumamente dolorosas, el ambiente del trabajo, el compañerismo que normalmente suscitan tales situaciones y los agobios propios del trabajo son una terapia extremadamente valiosa.

Manejo de la enfermedad

Quienes trabajan le hacen mejor cuidado a una gripa o a una simple diarrea que los independientes. Los primeros le harán juiciosamente los tres días de cama. Cuando un médico nos declara “incapacitados” nuestro cerebro recibe eso como una orden similar a reposo y cama.

Los mismos síntomas en un ocioso o en un trabajador independiente apenas si le darán tiempo para ir al médico y la incapacidad… ¿la incapacidad? ¿Usted es independiente? Entonces no necesita incapacidad.

El asalariado entonces cuida mejor sus enfermedades y dolencias que el ocioso o el no asalariado.

¡En fin! Creo que de la relación con el trabajo y la salud podríamos hablar mucho más pero lo expuesto es suficiente para que el lunes post –semana santa no sea tan cruel y sea visto como parte del ciclo natural de la vida.

De chiquito escuchaba a mi madre decir “la hierbabuena con romero es bendita para la…[tal enfermedad]”. Pues sí, si no sabían, el trabajo es bendito para la adicción al cigarrillo, para los que beben y comen mucho. ¿Qué no? También es buenísimo para los que duermen mal y tienen el mal del murciélago, que duermen de día y salen de noche.

¿Verdad que la mandaron para el psiquiatra? No se tome más esas pastillas. Trabaje y verá que duerme bueno y se levanta mejor. Trabajando “respira otro aire” y no se queda en esa cama acostado(a) todo el día haciéndole coquitos a la depresión.

¿Le pusieron cachos? ¿Y si no se los han puestos tiene un temor insano a llegarlos a tener algún día?

Bendito es el trabajo para ese y muchos otros males.

Hasta pronto

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Ramon Chaux

Psicólogo Organizacional

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