Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

El trabajo que da guerra (o la guerra del trabajo)

war

El tema bélico atraviesa toda la historia humana. En la propia biblia se cita, en la primera familia narrada en este libro, un asesinato: el de Caín y Abel. Más adelante, el gran genio Da Vinci dedicó buena parte de sus inventos a la guerra.

También va a resultar curioso que en el siglo XX el mayor auge de la tecnología y los avances en las ciencias durante este periodo provienen de la I y II guerra mundial. Incluso las técnicas modernas de selección provienen del esfuerzo de tomar los mejores combatientes. El assesment nació en la propia guerra. Las pruebas psicotécnicas también se perfeccionaron a su nivel actual en este periodo bélico.

Y después, en la guerra fría, el miedo a que se tomaran el poder los comunistas (o capitalistas según fuera el bando) llevó a un avance rápido y acelerado de la mayoría de disciplinas del conocimiento humano: la aviación, la medicina, la mecánica, la física, astronomía y la química, las ciencias del comportamiento: todas puestas al servicio de la guerra.

No olvidemos que el sistema por el que usted está leyendo este Blog, la Internet, nació inicialmente con fines bélicos.

Ahora bien, toda esta introducción para llegar a una pregunta clave: ¿cómo es posible que un ser humano entregue lo mejor de sí mismo, dé su vida y energías con tal emotividad y con toda su capacidad a una tarea horrorosa, pero que envidiarían los empresarios? Quiero traducir la pregunta: No hay otro sitio peor en el mundo que la guerra: peligros, hambre, cansancio, muerte y dolor. Sin embargo el número de deserciones o desmotivación es, permítame algo de sarcasmo, menor al 5% que se observa en las cómodas y seguras empresas actuales.

¿Por qué?

Viene a mi mente la pregunta porque los empresarios no han usado en provecho propio las tácticas de guerra en el mundo del trabajo. Adaptadas, claro está, pero veamos cómo sería una empresa moderna metida artificialmente en la lógica bélica:

Táctica de guerra 1: Todos tendrían un objetivo común. Todos sabrían que es lo que desea la empresa. Los objetivos estratégicos no estarían en los libros y en los manuales, sino que los líderes los repetirían a sus subordinados una y otra vez en las mañanas y al final de la tarde… si le pregunta a un soldado porqué pelea tendrá miles de razones, o al menos una pero bien clara. Si le pregunta a un empleado a lo mejor le responda que necesita la plata…

Táctica de guerra 2: En la guerra normalmente no hay salarios. Pero si hay algo que normalmente no ocurre en todas las empresas; hay, permítame con el perdón de ustedes colocarlo en mayúscula: hay RECONOCIMIENTO. El llevar un tipo de uniforme, una medalla, un rango es señal de respeto y de admiración por parte de los subalternos y de toda su comunidad. Y esa acumulación de rangos y de medallas se traduce en escalafón, aprecio y reconocimiento de todo su grupo. En las empresas la diferencia entre quienes lo hacen excepcionalmente bien y aquellos que únicamente “cumplen”, apenas si puede notarse.

Táctica de guerra 3: El entrenamiento de los combatientes es crucial. De hecho la calidad del entrenamiento y la experiencia ha sido el determinante de muchas victorias antiguas y modernas. En Colombia un soldado no aparece en zona de combate hasta después de tres meses. En muchas empresas el entrenamiento de un empleado es lo que dura la inducción y el primer día de trabajo ya tiene 4 semanas de trabajo atrasado…

Táctica de guerra 4:   El trabajo en equipo en la guerra es crucial: la aviación y la artillería de tierra deben trabajar sincronizados. La infantería no es nada sin el apoyo de las dos fuerzas antes mencionadas. La logística de la guerra exige que cada uno cumpla con la función encomendada y que importen más los resultados de conjunto que los individuales, en una lógica similar al de las abejas o las hormigas. Un fallo en uno causa toda una tragedia. En las empresas el gerente de ventas quiere que sus objetivos sean más importantes que el jefe de planta, y el financiero pelea todo el tiempo con los otros dos: cada uno quiere triunfar por separado en sus asuntos.

Táctica de guerra 5: En el ejercito que pelea normalmente se vigila muy de cerca un aspecto clave: “la moral de la tropa”. Cuando hay un éxito y un esfuerzo grande se licencia por días o semanas a los involucrados. No se les da dinero, pero si queda muy claro, para ellos y para el resto, que lo hicieron bien. Además se cuida la alimentación, el descanso, el relevo. Cuando se detecta desmotivación se les ofrece alguna cosa muy apreciada y valorada. En las empresas se aplica la encuesta de clima una vez al año. En el mejor de los casos cuando un individuo o equipo lo hace bien no se les premia “el alma” o su ego. Se les entrega plata.

Táctica de guerra 6: En los ejércitos del mundo se conoce que hay un elemento clave de organización: la disciplina. Todo comienza cronométricamente a la hora programada. Quien tiene una función debe realizarla y lograrla sin excusa. Cuando no sucede así hay graves consecuencias. El mundo organizacional está lleno de aplazamientos. De cientos de “que empiecen si mí, yo llego en 15 minutos” –realmente una hora-. De iniciativas que se inician y quedan a mitad de camino.

Táctica de guerra 7: En la guerra la innovación y el cambio son constantes, jamás se puede permanecer mucho tiempo en un sólo lugar y el movimiento y el cambio son constantes. Hay momentos donde el cocinero y el médico deben pasar al combate. El tanque de guerra a veces cumple tareas de ambulancia. Hay ocasiones en que se debe cambiar bruscamente de la derecha a la izquierda. Se puede retroceder para inmediatamente avanzar un tramo más largo. En el mundo organizacional las decisiones son, en ocasiones, pasmosamente lentas y predecibles. Las normas están hechas para quedarse y cambiarlas implica varias firmas…

Bueno, jamás he estado en la guerra. Jamás siquiera he tenido un arma en la mano (exceptuando el cuchillo de cocina). En el trabajo si he estado. Puedo decir como psicólogo que tanto la guerra como el trabajo están profundamente arraigados en el espíritu humano. La pequeña gran diferencia es que sólo uno de estos dos elementos está inmerso dentro de la lógica de mercado. El otro es de interés nacional, de interés supremo.

Pese a la observación anterior, mis lectores más agudos habrán descubierto mi objetivo. Hay elementos de la guerra que bien pudieran usarse más eficientemente en el trabajo. Por dar sólo un pequeño ejemplo, durante mi vida laboral dependiente conocí más de un empleado desmotivado, no por falta de plata. Por carencia de un simple reconocimiento.

¿Será tan complicado lograr que el trabajo para los empleados sea tan valorado y venerado para merecer tanto esfuerzo como el que le imponen los valiosos hombres cuyo trabajo es protegernos?

¿Cuáles otras tácticas de guerra se le ocurre usted?

Bueno, hasta aquí mi ejercicio de comparar el mundo bélico con el empresarial.

Posdata: Ya había terminado mi blog y cuando fui a la cama se me ocurrió que podría hacerse un símil muy interesante entre un equipo de fútbol exitoso y un equipo de trabajo, con comparaciones similares a las que he hecho con la guerra. Estuve tentado a hacerlo aquí, pero al final me pareció mejor dejarlo para una reflexión que bien pueden usar en su próximo taller de liderazgo.

Hasta pronto.

Ramon Chaux

Psicólogo Organizacional Freelance

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