Don Ramón, psicología laboral

Publicado el ramon_chaux

¡A TRABAJAR!

Jefes buenos y malos

Y así, solemnemente, una de las partes recibirá OBEDIENCIA Y RESPETO y, esta, a su vez, corresponderá con SEGURIDAD Y PROTECCIÓN.

¿Se le parece a un matrimonio del siglo XIX?

En esta frase, que no deja dudas de quien tiene el poder (el que obtiene obediencia y respeto) debe corresponder a su vez con seguridad y protección. Y no, no se trata de un matrimonio del siglo antepasado. Esta es la más pequeña frase en la que puede resumirse el derecho laboral contemporáneo.

Si bien el derecho o la justicia moderna se sustentan sobre un principio casi universal de que todas las partes deben ser tratadas por igual, el derecho laboral es de las pocas excepciones donde se identifica que una de las partes es débil y por lo tanto debe ser protegida: el trabajador.

Y es que siendo el trabajo moderno tan similar a la esclavitud, no es excéntrico que la justicia se incline a proteger al empleado.

La palabra “esclavo” podrá sonar agresiva para muchos, pero también creo que para algunos otros reflejará lo que sienten cuando tienen que madrugar un lunes lluvioso después de una noche de desvelo.

¿El trabajo actual es una forma sofisticada o un maquillaje de las formas antiguas de esclavitud?

Para responder a tan crucial pregunta les voy a pedir que observen las aves. Aquellas que muy en la madrugada nos anuncian con su canto que el nuevo día ya llegó. Pues las aves se levantan precisamente a “trabajar” en la búsqueda de su sustento. Invierten, como la mayoría de los animales no domésticos, sus energías diarias y vitales en conseguir su sustento, su comida, su albergue seguro contra la lluvia o construir el nido para sus crías.

Lo mismo podemos ver en las abejas, las hormigas y en cuanta forma animal usted preste su atención (excepto en los perros y gatos, en donde les suprimimos a propósito la necesidad de búsqueda de alimento para que nos den amistad, mimos y amor…).

¿Porque entonces el hombre habría  de salvarse de la necesidad de invertir parte de su tiempo y de su energía vital para lograr sus medios de sustento? Pues no somos la excepción. Como todo ser vivo, necesitamos trabajar para tener los insumos necesarios para sobrevivir. Eso implica, necesariamente, someterse a las normas laborales: a cumplir horarios, a asumir que otro te dirá lo que tienes que hacer (OBEDIENCIA). A su vez, en contra prestación, debes trabajar en un lugar que no afecte tu salud, con periodos de descanso esporádicos y con un salario digno (SEGURIDAD). No está de más decir que el salario digno expresado aquí no corresponde exactamente con una vida digna sino al salario mínimo establecido desde lo legal.

Entonces, en ningún momento de la historia humana el hombre se ha librado de trabajar. Incluso, se ha dicho que hemos empezado a ser humanos a partir del uso de herramientas de trabajo. Ganarse la lotería ni ser el hijo de Bill Gates le salvará de esta condición. Es una elección dedicarse a «hacer nada» pero con alta probabilidad generará un impacto psicológico no siempre positivo.

Y aún así algunos podrán maldecir del trabajo y sentirse esclavos, y querer ser independientes para no servir a nadie y ser su propio jefe y hacer lo que le venga en gana. Me temo que ese universo de mermelada no existe y quienes son multimillonarios deben trabajar de una forma que pocos se imaginan para mantener (o aumentar tal riqueza). El trabajo de los ricos es precisamente cuidar su fortuna y créanme que no es precisamente el mejor de los trabajos.

¡Entonces la felicidad es de los independientes!

Hay una teoría, muy mía, y es que los trabajadores independientes lo son precisamente porque son incapaces de someterse a la norma, de cumplir horarios repetida y cotidianamente y de tener un superior que les diga lo que tienen que hacer. Es por eso, en esta teoría muy mía, que los zapateros, los sastres, los relojeros y otros independientes no cumplen horarios. Y por supuesto, tampoco cumplen con la fecha de entrega de los zapatos, ni del vestido, ni del reloj…

Independientes o asalariados se verán por igual obligados a dedicar su tiempo y energías a realizar tareas para otro. Podrán llamarse legalmente salario (empleado) y honorarios (independiente), pero de todas formas es una forma de comprar el tiempo, la energía y la experticia del otro.

 He de decirles sinceramente que trabajan más horas quienes son independientes. ¡Más trabajo pero sin la dulce “seguridad y protección”! es decir, con más incertidumbre. En el otro extremo ganan los independientes en el deseo de trascender por su cuenta y el placer de ver ingresos representados 100% por su esfuerzo y no  devenidos  por un intercambio de sal…

¿Y porque de sal?

Nos asombraremos de donde viene la palabra “salario”: en la Roma antigua la sal era escasa pero muy necesaria para conservar los alimentos. La abundancia de carne de caza no era el problema de comida, pero si era una gran complicación conservarla, así que la sal tenia gran valor. Entonces al que trabajaba para otro o para el propio gobierno de  la época, recibía su pago en sal, lo cual no sólo le servía para conservar sus propios alimentos por mucho tiempo (asegurando así la comida) sino también para comerciar con ella y obtener los demás bienes para su sustento. De allí hasta nuestros días se ha conservado la palabra SALARIO para representar el dinero obtenido de una relación laboral.

Las formas económicas y de relación humana con el trabajo han ido mejorando con los tiempos. El trabajo para el ser humano no sólo es la fuente de sustento: también es la forma en que se relaciona con la realidad, es la forma en la que puede adquirir trascendencia y ser útil a sí mismo, la familia y la sociedad. De la misma manera que no se concibe un niño sin juego, es casi imposible considerar a un adulto sano sin trabajar.

Por lo demás, ahora el derecho laboral nos protege como empleados. Los jefes ya no pueden usar garrote, ni formas de maltrato físico ni psicológico.

Sorprende lo tarde en que llegó para algunos países el asumir  las formas de maltrato psicológico dentro de las faltas al obligatorio principio de “seguridad y protección” de todo empleador:

¡En Colombia sólo desde enero de 2006 se reconoció que podía existir maltrato emocional en el trabajo!

Antes de esa fecha debíamos llegar a la comisaría con un latigazo en la espalda o un ojo morado para poder aludir la agresión por parte de nuestro empleador. Con esta ley, se ajusta aún más la protección a nuestros derechos y se allana el camino para que podamos ser empleados felices y trascendentes, aunque….

Hay excepciones

Si bien la  esclavitud ya fue abolida y la ley de acoso laboral o maltrato psicológico existe en Colombia desde hace 9 años, aún siguen produciéndose formas sutiles de agresión que devastan a un empleado: cómo lo dije en uno de mis post anteriores, una de las formas más letales es quitarle el sentido de trascendencia al trabajo:   que tu jefe te envíe a hacer cosas que después no va a usar; que de te den órdenes en cosas que son superfluas y carentes de sentido; que te imponga tareas que implican ardua dedicación y que después, de manera velada y sin dejar rastro ninguno, sean considerada de poco valor…Insisto y vuelvo a insistir en que es el dardo más venenoso de acoso laboral que, sofisticado y silencioso, produce desánimo, depresión y finaliza en renuncia ¡sin que jamás se pueda probar el latigazo moral!

Por antítesis del párrafo previo, podemos concluir entonces que el ser humano no está solamente para trabajar en un ambiente protegido y seguro para conseguir su sustento: también trabaja para ser importante, para ser reconocido, para sentir la satisfacción de recibir un salario, poco o mucho, por el tiempo que dedicó a su tarea. Aun los trabajos menos codiciados tienen en el fondo un reconocimiento social: hacen lo que nadie más quiere hacer y eso los hace reconocidos y necesarios.

La próxima vez que deba salir a trabajar en un día frio y lluvioso, después de un día desvelado no se sienta esclavo ni desdichado.

Piense en el sastre, el relojero y el zapatero que nacieron sin la capacidad de asumir horarios y controles (y de cumplir plazos), ¡cosa que usted si tiene!

Piense que los independientes, al igual que las torcazas, a lo mejor se abstienen de salir hasta que la lluvia pase, pero ese tiempo deberán reponerlo o trabajar el doble porque queda menos tiempo del necesario para cumplir la meta, sea dinero, comida, ropa o zapatos.

En un mundo laboral tan competido las empresas están aprendiendo a que deben cuidar su activo humano. Cada día los empleados jóvenes y calificados son menos fieles y son atraídos por las empresas que mejor les traten, no sólo con su salario, sino con su satisfacción propia. El derecho laboral, además, nos da una serie de ventajas que pueden hacer del lugar de trabajo un lugar muy digno y agradable estar.

Que tengas un jefe malo no hace que el trabajo sea el «perverso». Es sólo el jefe.

Entonces, no se queje y…

¡A trabajar!

Ramón Chaux

Psicólogo Organizacional

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