Escribe ET:—
No se entiende cómo un joven de 38 años, de buena familia, exitoso económica y profesionalmente, bien parecido, en síntesis todo un “ buen muchacho” y un mejor partido, que podía darse el lujo de escoger la mujer que quisiera, va a un barrio de desplazados y rapta a un niña de siete años, la tortura, la viola y la asesina para satisfacer su lascivia .
Tampoco se entiende que un joven economista de los Andes, experto en finanzas, exitoso profesionalmente, millonario, dueño de un producto financiero que con una mediana ortodoxia le permitiría seguir amasando dinero “a todos” y sin sobresaltos, de pronto le da por estafar viudas y pensionados, y como el “monstruo de chapinero” se convierte en un violador <de la confianza pública>, en un depredador de los ahorros de miles de personas que le entregaron los frutos de toda su vida, no con el señuelo de un billete de diez mil pesos, como sucedió con la niña Yuliana Samboní, sino con un incentivo menos prosaico y más más espiritual: nada menos que la felicidad “envasada”.
Esta especie de Campo Elías Delgado de las finanzas, que medraba, no en los cañaduzales de Palmira sino en el Parque de la 93 de Bogotá, no necesitaba, con la mina de oro que tenía en sus manos, entrar al submundo de la delincuencia, marcando su vida con el desasosiego del culpable, del que se oculta, manchando su apellido, su familia y su trayectoria. Ahora se da cuenta que el ingreso al laberinto de las triquiñuelas es fácil pero su salida imposible, con todo y el oscuro apoyo de consejeros legales que le sugerían pedir 45 días para cubrir un “descalce de flujos» mientras se manipula o esconde información. Ese descalce de su sosiego le va a durar toda la vida.
La Fiscalía también debe llevarse en tanqueta a José Alejandro Navas presidente de Elite, como a Uribe Noriega.
Claro que él ya había probado esa mieles con Proyectar Valores: TODO UN CABALLERO DE CUELLO BLANCO»,O MÁS BIEN, DE ELITE.
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