Detrás de Interbolsa

Publicado el Alberto Donadio

Decálogo del banquero

El 28 de octubre de 1982, al instalar la XX convención bancaria, el superintendente bancario, Dr. Germán Botero de los Ríos, que había sido antes gerente del Banco de la República, leyó lo que calificó como el Decálogo del banquero. El texto corresponde a los consejos que dio a los bancos americanos en 1863 Hugh McCulloch, contralor de bancos y luego secretario del Tesoro de los Estados Unidos. La última frase del decálogo dice que «los financistas esplendorosos son por lo general estafadores o pícaros».————Las palabras que leyó el Dr. Botero de los Ríos:—————-«No permitas que se hagan préstamos que no estén razonablemente garantizados. No hagas nada que promueva o anime la especulación.——–Otorga servicios únicamente para transacciones legítimas y prudentes. Haz los descuentos al término más corto que permita el negocio de tu cliente e insiste en el pago de toda obligación a su vencimiento, no importa que tengas o no necesidad del dinero.————-Nunca renueves un pagaré u obligación simplemente porque no sepas dónde colocar el dinero con las mismas ventajas. De ninguna manera podrás controlar adecuadamente tu línea de descuentos, ni hacerla en todo momento segura.—————–Distribuye los préstamos en lugar de concentrarlos en pocas manos. Los préstamos cuantiosos a una sola persona o firma, aunque a veces justificados y necesarios, son por lo general dudosos y con frecuencia inseguros. Los deudores grandes pueden tomar el control del banco y cuando esta es la relación existente entre el banco y sus clientes, no es difícil predecir quién habrá de sufrir las consecuencias al final.————-Cada dólar que el banco preste en exceso de su capital y reservas es un dólar que se debe y sus administradores están por lo tanto en la mayor obligación hacia sus acreedores, así como hacia sus accionistas, de mantener descuentos constantemente bajo su control.———Trata a los clientes con liberalidad teniendo presente que el banco progresa mientras prosperan sus clientes, pero nunca permitas que ellos te impongan la política.————Si estás en duda sobre el descuento de una obligación, da al banco el beneficio de la duda y declina la operación. Nunca hagas un descuento si tienes duda sobre la conveniencia de hacerlo.———–Si tienes motivos para desconfiar de la integridad de algún cliente, ciérrale la cuenta. Nunca hagas negocios con un pícaro bajo la impresión de que puedes evitar que te engañe. El riesgo en estos casos es mayor que los beneficios.————Paga a tu personal salarios tales que les permita vivir confortable y respetablemente sin robar, y exígeles la totalidad de sus servicios. Si un ejecutivo vive más allá de sus ingresos, despídelo y aun cuando el exceso de sus gastos pueda ser justificado consistentemente con su integridad, prescinde siempre de él. La extravagancia, aunque no es un crimen, sí induce generalmente al crimen. Una persona no puede ser un ejecutivo seguro de un banco si gasta más de lo que gana.—————–El capital de un banco debe ser una realidad, no una ficción, y debe ser de aquellos que tienen dinero para prestar, y no de los que toman en préstamo. El superintendente debe tratar de evitar, bajo todos los caminos bajo su control, la creación de un capital simplemente nominal por los bancos naciones, por el camino del uso de la circulación de los dineros, o cualquier otro camino artificial, y en sus esfuerzos por hacerlo, él espera con toda confianza la cooperación de los bancos bien manejados.————-Continúa por la ruta de un negocio bancario honesto, limpio y legítimo. Nunca te dejes tentar por grandes utilidades para hacer algo que no sea lo que propiamente puede hacerse bajo la ley.——–Las financiaciones vistosas no son actividades bancarias legítimas y los financistas esplendorosos en la banca son por lo general estafadores o pícaros.»

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