Con-versaciones

Publicado el Bat&Man

El San Juan de Dios y el testamento

Nadie pudo saltar los puentes que nos conducían al sueño y del sueño
a nuestros sueños y de nuestros sueños a la eternidad.
Ciudad perdurable, donde viví un día nuestra  victoria sobre la muerte.

-Paul- Éluard-

Reproducción prohibida - René Magritte
Reproducción prohibida – René Magritte

 

Bat: Hay varias paradojas en el caso del Hospital San Juan de Dios. La primera es que esté en la ruina, siendo el principal heredero de un testamento que lo hacía multimillonario. La segunda es que el Estado haya sido el gran perpetrador del fraude que los dejó en la calle. Y la tercera, que se haya denunciado no sé cuántos cientos de veces y aún así siga reinando el silencio en torno al tema.

Man: Espere un momentico. ¿Está hablando del testamento de José Joaquín Vargas y el rollo con el San Juan de Dios?

Bat: Exactamente. Uno de los mayores fraudes de tierras que se hayan dado en Colombia. Si no el más grande.

Man: No es tan sencilla la cosa. El tema es controvertido. José Joaquín Vargas le dejó sus bienes a varias instituciones sociales. Y como era lógico, el Estado debía disponer de ese legado según las necesidades. La Beneficencia de Cundinamarca, mal que bien, lo ha hecho.

Bat: ¡Por favor, Man! Déjeme le hago un recorderis de lo que ha pasado con esos terrenos. Vayamos a los hechos, miremos la cronología de lo que ha pasado:

-En1936 el presidente Alfonso López Pumarejo expropió terrenos de la Hacienda El Salitre, legado de JJ Vargas, para construir la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional. El cadáver de Vargas todavía estaba tibio. Lo hizo once días después de la muerte del hombre.

En las décadas siguientes:

-Gustavo Rojas Pinilla tomó los terrenos para construir el Centro Administrativo Nacional –CAN

– Se construyeron allí varios barrios (Pablo VI, Bosque Popular, El Greco y muchos más). Los terrenos fueron vendidos a sus propietarios, no fue ninguna donación, ni invasión, ni mucho menos.

– Se construyeron allí las sedes de El Tiempo y El Espectador

– Se hizo el Terminal de Transportes de Bogotá

– Se construyó una de las obras urbanísticas más sofisticadas de Colombia: Ciudad Salitre

– El complejo metropolitano del Parque Simón Bolívar

– La Biblioteca Virgilio Barco

Pero no alarguemos más la vaina. En una palabra: todo lo que está entre la Calle 80 y la Calle 22, y entre la NQS y la Avenida Boyacá fue la hacienda que José Joaquín Vargas donó en su testamento a los pobres.

Man: El punto, mi apreciada Bat, es que ese señor le legó sus bienes al Estado y su intención era que fueran a parar a manos de los pobres. Pero una vez en poder de ese Estado, estaban en todo su derecho de darles otra destinación, si las circunstancias lo exigían.

Bat: El punto, mi apreciado Man, es que JJ Vargas NUNCA le legó sus bienes al Estado. Otra cosa es que por una avionada, la Beneficencia de Cundinamarca se autoproclamó como la encargada de disponer de esos bienes.

Copia del testamento original de José Joaquín Vargas.
Copia del testamento original de José Joaquín Vargas.

 

El testamento es clarísimo. Tiene apenas un par de folios y está radicado en la Notaría Cuarta, bajo el número 284. Y dice textualmente que adjudica: “Un derecho de dominio proindiviso”, lo cual quiere decir que no se puede dividir el predio. Y luego define claramente a quiénes se lo hereda: HOSPITAL SAN JUAN DE DIOS, ASILO DE SAN JOSÉ PARA NIÑOS DESAMPARADOS, HOSPICIO DE BOGOTA, Sociedad de SAN VICENTE DE PAUL DE BOGOTA y ASILO DE INDIGENTES HOMBRES Y MUJERES DE BOGOTA.

Esos son los herederos. Y en ninguna parte del testamento dice que la Beneficencia de Cundinamarca pueda administrar esos bienes y mucho menos disponer de ellos a su antojo como lo ha hecho hasta ahora. Ese es el fraude.

Man: Esas instituciones ya ni existen. A mí francamente esto se me hace una leguleyada. Ya lo que fue, fue. Y lo que se hizo, se hizo.

Bat: La mayoría de los herederos desapareció. Pero quedan vivos la Sociedad San Vicente de Paul y el Hospital San Juan de Dios, que es el principal legatario. Y que no ha recibido ni una moneda de centavo por todas esas ventas y compras del terreno que les pertenece. Están en la física ruina.

Este asunto no es simplemente “deje así”. No señor. Aquí se tienen que abrir unas investigaciones muy serias al respecto. Que respondan los que se vagabundearon esos bienes. Y como ya los terrenos tienen dueño, que respondan entonces con dinero. Que le restituyan al San Juan de Dios toda la plata derivada de ese torcido. Porque es eso: un torcido. Un gigantesco torcido. Un monumental torcido que ocurrió frente a nuestras narices y al que no hemos sabido enfrentar como sociedad.

A quien le corresponde poner todo esto en orden es al Presidente de la República. Ahora que quiere reelección, pues a ver si comienza a ganársela. El Artículo 62 de la Constitución determina que es él quien debe meterle la mano a eso.

Pero no basta con acciones legales. Es importante abrir el debate público. Recuperar paso a paso esa memoria. Discutir como sociedad qué pasa ahí. Por qué las autoridades no actúan. Y lo más importante: cómo vamos a recuperar el San Juan de Dios, que es patrimonio, no de los “desheredados”, como es claro, sino de todos los usuarios de salud de Bogotá, de Cundinamarca y del país. Por no decir que también de Latinoamérica y del mundo.

Man: Bueno, pero no se me emberraque, Bat. Valeriana, Bat. Valeriana.

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