Cinefilia y otras aberraciones audiovisuales

Publicado el tcorredor

El ruido de los Oscar

Dos películas humanas y fascinantes en su complejidad psicológica, On Body and Soul y Una Mujer Fantástica, están entre las nominadas al Oscar a Mejor Película Extranjera. La primera está dirigida por una mujer (Ildikó Enyedi), la segunda (de Sebastián Lelio) tiene como personaje principal a Marina (Daniela Vega), una mujer transgénero.

Quería hablar de estas películas por lo que del cine me interesa, pero seguramente lo haré en otro momento. Hoy me alejo al sentir que vale la pena sacar provecho del ruido que hace la entrega de los Oscar y encontrar, en esa repentina y transitoria fiebre que generan, una forma de evaluar el momento actual del largo y tormentoso camino de las luchas igualitarias en el cine y abrir un espacio necesario, paralelo al de las acusaciones, para el reconocimiento. Me voy a apoyar, sin pretender imitarlo y lejos de su metódico rigor, en el entusiasmo de Hans Rosling y su forma de abolir mitos creando una visión del mundo a partir de los datos.

Para llegar a esa lista de 5 nominaciones 92 países enviaron sus películas y por primera vez Haití, Honduras, Laos, Mozanbique, Senegal y Siria; que perfectamente encajan en la nueva categoría de shitholes countries diseñada por el Presidente del país que entrega estos premios, enviaron una película. Hay 25 nombres de mujeres directoras en esa lista, una cifra que no solo dobla a la del año anterior, sino que además hace visibles los espacios que se están logrando conquistar en países donde esto era impensables. La segunda mujer en Afganistán (cifra que contra todo preconcepto ya supera a Colombia), la primera en Haiti y así, desde el resto del mundo hasta la misma industria de Hollywood, en la que la historia pone por primera vez el nombre de una mujer (Rachel Morrison) en las nominaciones a Mejor Dirección de Fotografía y, por quinta vez en 90 años, a otra cineasta (Greta Gerwig) en la de Mejor Dirección.

Sin más herramientas que el trabajo bien hecho, sin cuotas de participación, sin fallos judiciales, que en otros casos resultan necesarios; se va logrando una transformación en la forma en que se concibe el desempeño de los oficios, cambia el lenguaje y se deja de hablar, por ejemplo, de Mejor Director al reemplazarlo por un concepto amplio como Dirección, donde la igualdad se revela verdadera y no impuesta por el políticamente correcto lenguaje incluyente. Seguramente se acerca el día en que la categoría sea Mejor Actuación, así no más. Mejor para todos y todas ¿no?

Sin duda las luchas deben continuar. Pero también, a veces, hay que parar un momento para hacer inventario de lo ganado y lanzarse a nadar en aguas más profundas porque allá, bajo de la superficie, lejos de la cartelara y el menú de Netflix, están las obras de quienes cambian las cosas, no solo los cuerpos de los mártires.

Tomás Corredor. Beirut, enero 30 de 2018

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