El panel intergubernamental en Cambio Climático conocido por su sigla en inglés como IPPC, ha publicado desde 1990 informes que recopilan evidencia científica, en todo el mundo, sobre la afectación de la actividad humana en la producción de gases de efecto invernadero (GEI) en el planeta. Hoy, los datos son contundentes y permiten afirmar que, desde la revolución industrial y el consecuente crecimiento desmesurado de las grandes ciudades, la temperatura global del planeta ha aumentado sin precedentes.

La generación de GEI, tales como el dióxido de carbono, metano, ozono, óxidos de nitrógeno, óxidos de azufre, entre otros, producidos, por los parques automotores y sistemas de transporte dependientes de recursos fósiles no renovables, industrias contaminantes, ganadería a gran escala, y una extensa lista de actividades humanas; vulneran el frágil equilibrio, entre otros, de la composición química de la atmosfera y con ello, ponen en peligro la vida de las especies.

Las esperanzas se depositan en la transformación de la matriz energética mundial que dé paso a energías renovables como la solar, la eólica y la geotérmica principalmente, las cuales aún son ajenas en los ciudadanos y ocupan un bajo porcentaje a nivel mundial.

Una pequeña, pero, eficiente alternativa a la crisis climática puede estar en nuestras propias piernas. El pasado 3 de junio conmemoramos el día internacional de la bicicleta, una de las muchas fechas que se han decretado por Naciones Unidas para el desarrollo sostenible y que, en este caso, de forma tardía, se estableció en el 2018, pese a que el invento de este maravilloso medio de transporte data de más de 100 años atrás.

A principios de siglo XX, la bicicleta ya era usada como un medio de transporte por las clases trabajadoras en Europa y Estados Unidos, y se había introducido en países colonizados, como el nuestro. Según Joseph Puig i Boix, la bicicleta es un medio de transporte económico y eficiente. Una persona que pedalea gasta 5 veces menos energía que la que camina; desplazarse en bicicleta por la ciudad requiere 25 veces menos de energía que hacerlo en transporte público y 53 veces menos que hacerlo en automóvil. Según el autor, la bicicleta, compite con ventaja en ocupación de espacio en desplazamientos urbanos, mientras que un automóvil puede desplazar de 120 a 220 personas a una velocidad de 15 a 25 km/h, por metro de anchura de calle y por hora; la bicicleta puede desplazar 1500 personas a una velocidad de 10 a 14 km/h.

En Bogotá, solo a partir de 1998 se inició la construcción de las redes de ciclorrutas y se comenzó la adecuación de una infraestructura para el desplazamiento limpio. En la ciudad pasaron 18 años para promulgar la ley 1811 de 2016 (ley pro-bici) y 21 años para que se adaptara la política pública de bicicleta. Si bien es cierto que, en la ciudad, entre 1998 y la actualidad, se han realizado esfuerzos importantes para impulsar este medio de transporte, aún perdura en la planeación urbana y en la cultura ciudadana el uso sistemas de transporte insostenibles.

¿Por qué no pensar una nueva ciudad organizada en medio de transportes alternativos como la bicicleta? ¿Por qué no promover emprendimientos para el transporte de carga con bicicleta como ya ocurre con pequeñas iniciativas de colectivos? ¿Por qué no decretar y apropiar un día a la semana para desplazarnos a nuestro trabajo, colegio o lugar de destino en bicicleta? Soñar no cuesta, y es precisamente, lo que la crisis ambiental está demandando; debemos hacer nuestros sueños posibles empezando desde ya para contribuir con la disminución eficiente y cotidiana de gases de efecto invernadero en nuestra ciudad.

Convirtamos la bicicleta en un estilo de vida y en una pasión que esté presente en nuestra historia y cultura. Rodemos por la vida y dejemos atrás la perversa lógica de la sociedad industrial y post industrializada que se basa en el extractivismo de las fuentes energéticas no renovables.

Exijamos a nuestros gobernantes más acciones estructurales y transformaciones en la ciudad para tener una infraestructura limpia; potencialicemos el transporte de las bicicletas, incluyamos a toda la población en este gran movimiento de oxígeno y vida. Los sueños pueden ser posibles, pero hay que comenzar a realizarlos desde ahora.

@LeoMartinezUPN

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