Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Ventajas y desventajas del uso de los tacones

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Un tacón se considera alto cuando levanta el talón del piso, respecto a los dedos, más de tres centímetros. Los tacones son una forma de masoquismo, pues dan placer y dolor al mismo tiempo. Caminar en tacones duele, y correr es imposible. Están diseñados de tal forma que nos impiden ser eficientes en el desplazamiento. Usar tacones engorda, a la larga, pues la mujer, en aras de sufrir lo mínimo posible, ahorra muchas caminadas, y con ello, calorías: se espera el ascensor, se parquea el auto cerca del lugar de llegada, se toman las escaleras eléctricas; en últimas, en tacones las mujeres caminamos lo mínimo posible. Los tacones dañan los pies e incluso pueden dañar la columna vertebral, pero son la felicidad de los podólogos; estos viven de los daños que los tacones producen.

Cuando apoyamos el pie totalmente descalzo en una superficie, la parte delantera, el metatarso, soporta el 43% del peso corporal en cada paso que damos, mientras que la parte trasera del pie, el talón, soporta el 57% del peso corporal restante. Cuando usamos tacones de 4 centímetros, la situación se invierte: la parte delantera del pie soporta el 57% y el talón el 43%. Con tacones de 6 centímetros, la parte delantera soporta el 75% y el talón el 25%, con tacones de 10 centímetros o más, la parte delantera soporta el 90% del peso y el talón, el 10%. Así que nuestro peso recae en el lugar donde tenemos menos protección. Al envejecer, se pierden los depósitos de grasa que protegen los huesos, músculos y tendones del pie. Algunos médicos ofrecen rellenos de silicona o de grasa del mismo cuerpo, pero otros alegan que estos rellenos se pueden mover y causar incluso daños mayores. Además, las cirugías en los pies se infectan fácilmente y los nervios pueden quedar lesionados de por vida. Las plantillas comerciales son una solución intermedia a la falta de grasa dentro del pie.

Los tacones modifican la postura del cuerpo, los tobillos pueden maltratarse, se aumenta la posibilidad de sufrir un esguince, se aumenta la tensión sobre las rodillas, e incluso, puede llegar a desajustarse la articulación de la cadera, lo cual se traduce en dolor de espalda. Cuando los tacones se usan permanentemente se produce una retracción en el tendón de Aquiles,  y afecta una zona que se extiende desde la parte posterior del talón hasta la pantorrilla. Las mujeres a quienes se les ha acortado el tendón, caminan empinadas cuando están descalzas, pues les duele apoyar el talón.

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Se aconseja que de usar tacones, estos sean gruesos, porque ofrecen mejor estabilidad que los de aguja, mejoran el equilibrio, y el peso del pie se distribuye más uniformemente. La pendiente del tacón es importante: entre más pendiente, más daño para el arco del pie. Es preferible que la caída de la altura sea gradual. Las plataformas ofrecen una solución moderada. Los feos juanetes son producto del uso de tacones, también los callos y dedos en martillo.

¿Por qué, sabiendo sus peligros y lo incómodos que son, insistimos en usarlos? Porque al usarlos las mujeres reportan sentirse más bonitas, con el espíritu en alto y definitivamente sexys. Además, a la mayoría de la gente le gusta ganar unos centímetros de altura. Si los miramos con distancia, nos damos cuenta de que son absurdos. En la serie de televisión de los años setenta, Baretta, el policía (interpretado por el actor Robert Blake), cuya mascota era una cacatúa blanca, en una secuencia inolvidable se disfraza de prostituta, para descubrir a un delincuente. Cuando este aparece en la escena,  Baretta sale corriendo tras él, y es trágico-cómico, pues es muy, muy difícil, correr con tacones; en últimas, Baretta se descalza, y vuela, hasta agarrarlo.

Pero existe una razón no tan obvia y fundamental en el éxito arrollador de los tacones: agregan puntos al valor reproductivo de una mujer. Modifican el caminado, lo tornan más femenino e insinuante. En un estudio realizado por el sicólogo Paul Morris se analizaron mujeres, de distintas edades y peso, caminando descalzas y en tacones. Se implementó una metodología interesante: usando puntos luminosos se marcaron partes específicas del cuerpo, relevantes en el patrón locomotor distintivo de nuestra especie. Se las filmó en la oscuridad mientras caminaban, de modo que sólo los puntos luminosos artificiales fueran visibles. Un grupo de observadores, conformado por hombres y mujeres jóvenes, deberían juzgar qué tan sexy era el caminado de las participantes. El resultado favoreció en gran medida a quienes usaban los tacones. El caminado en tacones fue evaluado como significativamente más atractivo.

Al usar tacones, las mujeres dan pasos más cortos y más frecuentes, doblan menos las rodillas y rotan con más amplitud la cintura. Así que los tacones altos aumentan la expresión de atributos de la constitución femenina y por tanto del atractivo sexual. Los tacones dejan de ser absurdos cuando se los valoran desde el punto de vista biológico, pues crecen, significativamente, el atractivo sexual de quienes tienen el valor de usarlos.

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