Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

¿Tienen significado los sueños?

Dentro de las muchas y nefastas ideas que Sigmund Freud dejó sembradas en la cultura (cuyas flores ya están marchitas), una fue la de que los sueños se podían interpretar. Había que descomponerlos en partes, y luego encontrar el valor simbólico de cada ente que aparecía en él. Freud basó sus teorías básicamente en la sexualidad, en los deseos inconsciente y escondidos, en envidias, complejos, emociones sexuales por el papá, por la mamá, por los hermanos, por el vecino, y “viceversa”. Se ve que Freud nunca estuvo familiarizado con las ideas de Darwin (el “complejo de Edipo” fue una ociosa fantasía, sin piso en la realidad), miró la mente humana ignorando los principios de la evolución. Bueno, uno puede interpretar los sueños como lo desee, otra cosa es demostrar que la interpretación hecha es válida.

Un sueño puede durar desde algunos segundos hasta treinta minutos. Hay dos teorías principales sobre el porqué soñamos. La primera es la teoría de la activación-síntesis. En esta teoría se afirma que el cerebro junta aleatoriamente ideas, recuerdos, imágenes y emociones. Los sueños resultan de la actividad cerebral, especialmente de la medula espinal y del cerebelo, y ocurren durante el sueño REM. En el sueño REM movemos los ojos de lado a lado. Las emociones influyen en los sueños. No es nada raro que antes de un viaje soñemos con situaciones de ansiedad: del tipo, olvidar llevar lo fundamental, o perder los tiquetes, o llegar a un aeropuerto cuyas puertas no abren, o encontrarnos con unos aviones que parecen de cartón, en los cuales parece imposible volar. Así que primero está la emoción en la química del cerebro, y luego, caóticamente, se va formando una historia que recordamos mal al despertar, relacionada con esa emoción. Nos parece que nos sentimos de una cierta manera debido a la historia soñada, pero es al revés: la historia soñada se ajusta al estado emocional en el que estamos. Las emociones —sentirnos felices o tristes, enamorados o bravos— no siempre dependen de la realidad; dependen de la autonomía química del cerebro, y los sueños responden a esta química. Aunque algunas veces en nuestra vida no haya razones para estar tristes o jocosos, podemos despertarnos llorando y en la más profunda tristeza, o riéndonos de un chiste que en el sueño parecía creativo y coherente, sin parecérnoslo al juzgarlo despiertos. Los sueños son formas de dar sentido narrativo (aunque muy kafkiano) a la emoción.

Otra teoría sobre la razón de los sueños es la Teoría de la simulación de amenazas. Esta sugiere que el sueño es una manera de preparar al sujeto para enfrentar eventos amenazantes de la realidad. En la colección de sueños más comunes están aquellos en los cuales somos perseguidos, o caemos, o no podemos movernos, o estamos semiparalizados o muy pesados para nadar, correr o volar, sueños en los que tenemos que pelear y defendernos. En la infancia son muy comunes los sueños en los que se siente miedo. Nada igual a la cama de los padres, como refugio y fortaleza; único espacio en el que el niño vuelve a conciliar el sueño. A las personas que sufren de pesadillas, los sicólogos les recomiendan que al despertar, terminen la historia con una solución. La idea es modificar el final de la pesadilla y hacer que el problema implícito se resuelva; pensar seriamente en esto antes de pararse de la cama. El cerebro consciente puede hacer algo por llegar a esas profundidades; puede interferir en el sueño, y decirse: este es un sueño y voy a modificarlo. Puede tomar acciones mientras sueña y sobre el sueño soñado.

Nada que impacte más que un sueño en el cual nos sentimos enamorados de la persona más inesperada. Durante el día, volvemos a la recreación del sueño, pues nos parece muy importante reorganizar e identificar los elementos que reconocemos como importantes, y también por el puro placer de revivir la sensación, de revivir la emoción. ¿Quién no ha tenido un sueño erótico del cual no quiere despertar, un sueño de esos que lo deja a uno flotando todo el resto del día? Cuando es negativo, cuando por ejemplo es una pesadilla, queremos enfrentarla, saber si existe la posibilidad de vivirla en la realidad. En los sueños intensos todo nos parece significativo. Muchas personas se sienten tentadas a crear correlaciones entre la realidad y los sueños. Algunos llegan a pensar que los sueños pueden descifrar el futuro, anticiparlo, pero esto no es más que una ilusión. En el mundo de las coincidencias puede ocurrir, y millones de veces pasará, por puro azar, que a los días siguientes se dé una situación relacionada con lo que hemos soñado.

Es inevitable sentir que algunos sueños son muy interesantes, únicos o creativos. El interés que sentimos se genera en la emoción con la cual despertamos, cuando es intensa. Pero esto es válido para el que sueña, claro está. Los sicólogos recomiendan que no hablemos sobre los sueños, que no se los contemos a los amigos y compañeros de trabajo, pues la mayoría de las veces ellos pensarán que son mortalmente aburridos y tontos. Cuesta creer que para los demás no sea interesante nuestro vívido y emocionante sueño, pero la verdad es que no lo es.

Un tuiter al respecto:

–Doctor por las noches sueño con unicornios de colores jugando al fútbol
–Debería dejar las drogas
–No puedo, esta noche es la final. (@Angi_lito)

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