Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Lo que nos dura el amor

Nada más delicioso que sentirnos enamorados. Casi todo el mundo sabe cómo se siente, y si se tiene suerte, mucha suerte, el amado sentirá lo mismo, y la feliz coincidencia se da. Pero el enamoramiento no es eterno. Una vez hemos conseguido al otro, y empezamos una relación, esta se comienza a desgastar. Con el paso de los días, al acostumbramos al otro, la intensidad de la emoción se va desvaneciendo. Los chistes  crueles sobre el amor y el matrimonio proliferan, pues la sabiduría popular sabe muchas cosas al respecto, pero no todas.

Una de las creencias populares predica que el amor dentro del matrimonio dura siete años. La bióloga y antropóloga Helen Fisher decidió investigarla. Una gran ventaja que ofrece el Internet son los mecanismos para tener estadísticas sobre los comportamientos humanos, no con base en el deseo, sino en los hechos. Las tecnologías de la información y la comunicación pueden buscar los patrones que se repiten en los datos a gran escala, o Big Data, pueden buscar información que se cuenta en miles, y basada en los hechos; permiten averiguar qué pasa al cabo de los años en las relaciones de pareja.

En su investigación, Helen Fisher encontró que la mayoría de las parejas que se separan en Occidente lo hacen al cuarto año de matrimonio, y no al séptimo, como predica el mito popular. El divorcio es más frecuente entre parejas jóvenes, en edad reproductiva, hombres entre 25 y 29 años, y mujeres entre 20 y 24 años, y entre aquellos que solo tienen un niño dependiente.

Las estadísticas muestran que si una pareja ha sobrevivido a 35 años de matrimonio las probabilidades de una separación bajan casi a cero. También predicen que la relación de una  pareja joven que se casa hoy tiene un riesgo del 40 % de terminar en divorcio. Este riesgo aumenta cuando se trata de un segundo matrimonio, y aumenta todavía más, a un 60%, si es un tercero. Ya sabemos que quien se casa por segunda o tercera vez, superpone la esperanza a la experiencia.

Muchas parejas de animales permanecen unidas hasta que sus descendientes son autónomos. Este es el patrón más común que se da en la naturaleza, y lo compartimos con muchos mamíferos. Cuando los niños llegan a la edad de cuatro años van al colegio, son menos demandantes, juegan con amigos, y es cuando las parejas que estaban inconformes deciden separase.

En el curso de la vida reproductiva, desde un punto de vista biológico, tener hijos con distintas parejas es mejor que con una. La razón radica en que con hijos de distintas parejas se consigue más variación genética, y por tanto, mayor número de habilidades y resistencias; en pocas palabras: a mayor variabilidad, mayor capacidad de supervivencia, lo cual puede ser ideal en un entorno difícil, impredecible, riesgoso, como en el que evolucionamos. El que el pico máximo de la curva de los divorcios entre las parejas humanas esté situado a los cuatro años de relación quizá sea el vestigio de una antigua estrategia reproductiva. Una estrategia que apenas nos daba tiempo para criar un niño y luego criar otro, pero con una nueva pareja.

Aquí van unas cuantas citas que muestran lugares comunes sobre el amor y el matrimonio:

«Amor y felicidad no se pueden ocultar».

«Al buen amar nuca le falta qué dar».

«El amor es ciego, y la locura le acompaña».

«Los hombres muy enamorados esperan del matrimonio una felicidad tan extraordinaria que, a menudo, se sienten defraudados» (André Maurois).

«Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos» (Julio Cortázar).

“El matrimonio, al contrario de la fiebre, comienza con calor y termina con frío” ( Lichtenberg).

“El amor es un juego, el matrimonio, un negocio” (Alberto Moravia).

Comentarios