Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

La percepción es una alucinación controlada

Parte I

Toda percepción es una construcción mental. Expectar, percebir y predecir son tres procesos cerebrales que van de la mano y que se anticipan al de ejecutar. La percepción se materializa cuando la información que recibimos por medio de los sentidos se compara con la expectativa que tenemos, para luego calcular la probabilidad de que lo que “entendemos” sea lo correcto (o más aproximado a la realidad, por lo menos a la que nos es es necesaria para sobrevivir).

Los sicólogos saben que la mayoría de las personas que cargan sus teléfonos celulares en el bolsillo del pantalón han tenido la alucinación de que está vibrando cuando muchas veces ni siquiera lo llevan con ellos. A este tipo de experiencias se les llama “sensaciones fantasma”. Aumentan cuando estamos alertas, cuando estamos a la caza de ruidos o de sonidos que inconscientemente estamos esperando. En el caso del teléfono, el ruido corporal puede ser “interpretado” como la presencia del teléfono vibrando.

Nuestra comprensión del mundo tiene una “función objetiva” apoyada por la percepción, que busca obtener más datos e información más precisa para resolver las tareas que enfrentamos cada día.

Una gran parte del cerebro está destinada al reconocimiento de rostros. Por eso, en unas pocas líneas, vemos una cara, los niños lo descubren desde que están en la capacidad de coger un lápiz. La pareidolia es una extención de lo mismo: un estímulo vago y aleatorio se percibe como una forma reconocible. El ejemplo canónico de pareidolia es que todos vemos caras en las nubes. También vemos en el negativo del molde de una cara, la cara en volumen convexo, aunque el objeto sea cóncavo. Los sicólogos han diseñado un experimento que llaman “Navidad Blanca”, para demostrar cómo es de decisivo el papel de de la expectativa en la percepción. A los probandos se les dice que van a oir a Bing Crosby cantando White Chrismas, en una reproducción muy mala, con mucho ruido. La gente asegura que oyó la canción, pero en realidad solo hay ruido en la reproducción que se les hace oír.

Pregúntese el lector por qué cuando alguien pronuncia el nombre suyo en una reunión, donde hay música y todo el mundo habla, usted lo oye. Si no lo ha experimentado, hágalo con el nombre de un amigo, y pronúncielo bien pasito a ver si el amigo que está en la fiesta lo percibe. Cuando usted está en la ducha y está oyendo música, usted reconoce las canciones que conoce, aunque el agua prácticamente no lo deje oir. Esto ocurre porque sus expectativas o predicciones de las señales auditivas que está recibiendo coinciden con las que en realidad está recibiendo, aunque las oiga incompletas y deformadas.

El procesamiento predictivo construye la experiencia. La experiencia perceptiva es la construcción que hacemos en el límite entre la evidencia sensorial y la predicción o expectativa, por eso se dan fenómenos como el de la canción de navidad o el del teléfono. Hay dos maneras de enfrentarnos a la realidad para que las predicciones que hacemos sean correctas: una es acertar, y entonces es porque tenemos el modelo correcto del mundo; la otra es cambiar la forma en la que el mundo se ajusta al modelo que uno tiene. Cuando ejecutamos acciones, estas cambian la forma en la que el mundo se ajusta a nuestras predicciones, y la percepción ahí se convierte en la selección de aquellas percepciones que dan más sentido a cómo es el mundo. Los neurólogos han visto que el cableado para la corteza motora y el cableado para la corteza sensorial se parecen mucho.

Existen unos experimentos en los que ponen a escuchar a los probandos una frase que se dice entre pitidos y silbidos; luego les dicen la frase que se puede oír en esa misma grabación; después de ese momento, las personas la oyen con claridad. Esto se debe a que se han ajustado las expectativas a las correctas expectativas. Lo mismo ocurre con la cara de la vaca que verán a continuación. Una vez te la han señalado se vuelve fácil de verla y la sigues viendo. Estos experimentos nos dan una idea de lo que ocurre cuando un cerebro predictivo se enfrenta a un flujo de información sensorial.

Andy Clark, profesor de filosofía cognitive de la Universidad de Sussex, nos dice en su entrevista en Edge (cuyas ideas se expresan aquí en este artículo) que:

“La percepción misma es un tipo de alucinación controlada. Se experimenta un mundo estructurado porque se espera un mundo estructurado, y la información sensorial actúa ahí como retroalimentación sobre las expectativas que tenemos. A menudo permite corregirlas y refinarlas. ¿Significa eso que la percepción es una alucinación controlada? A veces pienso que sería bueno cambiar esto por: la alucinación es un tipo de percepción incontrolada.

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