Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

La experiencia de la belleza, otra aproximación

La belleza no es solo una característica de los objetos y las acciones que apreciamos visual o auditivamente, sino también un intangible, solo visible para la mente, que tiene que ver con una combinación de fluidez y una especie de reto demandado por su procesamiento.

Para entender esta otra aproximación a la belleza pensemos en la mente como un baúl de sueños, de anhelos. La experiencia estética llega cuando la información recibida no solo colma esos sueños sino que los sobrepasa. Así que el anhelo y la expectativa personal son el baúl dentro del cual somos capaces de apreciar la belleza. Ese volumen es de dimensiones variables de sujeto a sujeto: depende de las experiencias que hayamos tenido durante la vida y de la capacidad de soñar: más experiencias vividas, más anhelos, más grande el baúl. Todo el mundo posee la capacidad de apreciar la belleza, pero el tamaño del baúl es distinto. Dentro de él existen mecanismos procesadores que comprenden, categorizan, comparan y buscan semejanzas entre todos los ítems.

Los niños han tenido, por lo general, pocas experiencias estéticas y, sin embargo, entre niños de la misma edad se puede notar que sus capacidades de ver y comparar poseen niveles muy distintos. Volviendo al baúl de los sueños, los niños “estetas”, o más sensibles a la belleza, parecen pasar más tiempo “jugando” con los objetos del baúl, que con los del mundo externo.

En el proceso de sentir la belleza entran laexpectativa, el procesamiento y el placer. La expectativa está conformada por la cantidad de información que tenemos en nuestro baúl y los procesos que ejecutamos de evaluación, comparación y proyección. El procesamiento de la información debe ser fluido. La confusión, la obscuridad mental, elimina la sensación de belleza. Es necesario comprender, entender, procesar e imaginar con fluidez para sentir la belleza. Sentir la belleza deriva en placer. Cada experiencia nueva altera la percepción de las antiguas experiencias; los componentes del baúl se reorganizan.

Cuando la información visual, musical, intelectual, científica o de cualquier tipo cae dentro de nuestras expectativas, la predicción está satisfecha y no nos queda mucho por sentir; cuando no es comprensible para nuestro nivel, perdemos interés; pero cuando nos reta, porque es comprensible, pero no se nos entrega y nos exige un esfuerzo, y lo logramos, el placer llega.

Si la información no colma nuestras expectativas, pensamos que se trata de algo mediocre.
Si la información colma nuestras expectativas, pensamos que se trata de algo bueno.
Si la información no solo colma nuestras expectativas sino que las sobrepasa, pueden ocurrir dos cosas: si más delante (y esto muestra que sentir la belleza depende de ese proceso intelectual) pensamos que satisfizo las expectativas, pero descubrimos que fue muy fácil obtener la sensación, entonces el objeto admirado cae en la categoría de kitsch. Si al pasar el tiempo seguimos satisfechos y vamos cada vez descubriendo más intereses en esa información, entonces sentimos la plenitud y el placer que da la belleza. Lo que hemos entendido y procesado nos lleva lejos, nos dispara a un reino mágico y nos deja inundados de fantasía. A veces, la sensación es tan apabullante que solo nos resta cerrar los ojos, taparnos los oídos y callar, para quedarnos ahí con el tiempo detenido, disfrutando en ese mundo silencioso y alucinante que ofrece la experiencia de la belleza.

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