Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

El intercambio de regalos en Navidad

Un episodio de la serie de TV, The Big Bang Theory, estuvo dedicado al intercambio de regalos en navidad. En este, Penny, la chica sexy de la serie, propone a Sheldon, científico nerdo y franco, que se den regalos. Sheldon, que detesta la idea del intercambio, se ha preparado comprando varias canastas con perfumes, lociones, jabones y cremas. Ha planeado una estrategia para dar solo la cantidad equivalente al regalo de Penny: al recibir el regalo, dirá que tiene malestar estomacal, irá al baño para abrir el regalo y buscar su precio en internet; según el precio, sacará del escondite un regalo del mismo valor; luego, devolverá a la tienda el resto de lo comprado. Ella le tiene una sorpresa de esas que no tienen precio: la servilleta donde el doctor Spock, el de la serie Viaje a las estrellas, uno de sus ídolos, se ha limpiado la boca. Además de contener el ADN de Spock, este último le ha escrito una dedicatoria personal. Sheldon tiembla de emoción, llora de dicha, y entonces corre a sacar las seis canastas repletas de regalos, y todavía, le parece que no es suficiente, que no ha compensado el regalo recibido. Por otro lado, entre Leonard y Penny, que son novios, se regalan lo que el otro supone que su pareja necesita, no lo que quiere, sino lo que necesita: una caja con material para realizar experimentos científicos, para niños, de Leonard para Penny, y un curso para manejar motocicletas, de Penny para Leonard. Ambos se muestran muy frustrados con la sorpresa.

La serie revela lo que todos pensamos sin darnos cuenta: los regalos sí son una transacción, y en esta transacción debe, idealmente, lograrse un equilibrio; pues todo intercambio debe ser justo y equilibrado para no generar rabias. Los regalos no deben ni sobrepasar en gran medida las expectativas (agrandan un compromiso que a lo mejor no se desea agrandar) ni se pueden quedar cortos en satisfacerlas (volverlo más pequeño de lo que es). Los regalos no son un intercambio directo, son un intercambio bastante indirecto, sutil y refinado, que ocurre en el tiempo, y en lapsos desiguales; además, en este se intercambian actos, palabras, favores y deseos, con cosas.

Los regalos son instrumentos de placer y de rabia, muy peligrosos, porque hablan, dicen lo que las palabras no dicen. La cantidad de esfuerzo (económico, mental y físico) y de sacrificio que ponemos en una relación es, casi siempre, una muestra irrefutable del valor que tiene para nosotros. Por eso, un mal regalo puede desvalorizar una relación, incluso puede echarla a perder. Los artistas del regalo saben predecir lo que el otro desea o al menos hacérselo creer. Ellos se conocen el gusto hasta de las cosas más impensables. Pero no hay que ser un artista del regalo ni hay que deleitar, basta con ser atinado y no salirse demasiado del marco de las expectativas del otro.

Dice tanto de nosotros lo que somos capaces de dar, como lo que somos capaces de recibir. Cuando se recibe un regalo, que no se puede compensar de ninguna manera, es mejor no recibirlo, pues recibirlo es un abuso de confianza, un pequeño engaño. El que da tampoco lo hace gratuitamente, por completo. Algunas veces, en el regalo hay una apuesta para el futuro, digamos que, una compra de indulgencias para obtener algún tipo de “cielo”. Quien lo recibe agradecidamente da muestras indirectas de acceder a proporcionar ese “cielo”.

El tamaño de lo que se da es relativo a lo que se tiene. Es un porcentaje de la declaración de renta, por decirlo de una forma descarnada, y por eso está bien que el que tiene más, de más, relativamente, eso lo saben los dos implicados. Pero tampoco el que tiene menos puede recibir sin medida. Hay quienes reciben con mucha tranquilidad, sin jamás pensar en retornar algo de lo recibido, personas que se sienten merecedoras de todo: los desagradecidos. La suposición de que regalo es regalo, de que doy por que quiero y recibes porque quieres, es casi siempre falsa. Internamente, todas las mentes llevan, queriéndolo o no, una contabilidad.

Entre los regalos que no se deben recibir caen todos aquellos que son formas de soborno. Quien los da espera una respuesta y se siente robado sino la obtiene. Otro aspecto sutil del regalo lo crea la comparación. Ten cuidado con lo que das a personas cercanas entre sí. María estaba dichosa con la bufanda que sus padres le dieron en navidad, hasta que supo que a su hermana le dieron un IPhone 7. Todos reconocemos cómo lo dulce se vuelve agrio cuando nos dan menos que a otro que ocupa frente al regalador la misma posición que nosotros. Este sentido de justicia lo compartimos con los monos.

Sentido de justicia entre los monos: https://www.youtube.com/watch?v=vUYcivwNlME

Al regalar se pueden correr altos o bajos riesgos. Los artículos personales, digámoslo así, son de alta peligrosidad. En el grado diez de posibilidad de equivocarse están los artículos personales de aseo como desodorantes, jabones e incluso perfumes. El que recibe puede entender mal el regalo e imaginar que huele mal o algo por el estilo. En grado diez de peligrosidad están también los artículos decorativos y piezas de arte. ¿Qué haces con la escultura o el cuadro que te regalaron que te parece francamente horrible? No solo debes recibirlo sino colgarlo, mejor dicho, encontrar un lugar en la casa donde esconderlo.

En grado intermedio están los libros, la ropa, los accesorios, joyas, Intermedio, artículos para el hogar como toallas, sábanas, manteles, cortinas, pues siempre puede, quien lo recibe, tener la libertad de no usarlos, o usarlos a ratos.

En grado mínimo de riesgo están los licores, un buen café Yerbasanta, los chocolates finos, los encurtidos, la comida en general, los electrodomésticos, máquinas de afeitar, cepillos de dientes supersónicos, audífonos, amplificadores de sonido, cámaras de todo tipo, bicicletas, patinetas, balones, utensilios de cocina (cuchillos, ollas y pimenteros), extravagancias, juguetes electrónicos, teléfonos celulares, bonos de librerías o de almacenes, suscripciones a revistas de las cuales somos ya fanáticos, boletas para conciertos o para cenar en restaurantes, y todo objeto que tenga posibilidades de cambio.

Hay personas desagradecidas, avaras y abusivas, las hay justas, generosas y agradecidas, pues en el espectro de lo humano se dan todos los matices y casos. Miren a este niño cuando recibe un banano.

https://www.youtube.com/watch?v=YHApSojqO_g

Comentarios