Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

Ese imprescindible objeto de porcelana, el inodoro

Ese objeto de porcelana, con forma escultórica, para algunos, que aparta del olfato, la vista y el tacto los desechos de nuestro cuerpo, es una magia que casi ni percibimos. No nos damos cuenta de lo maravilloso que es contar con él, pues desde que nacimos lo estamos disfrutando. Así son los regalos de la ciencia y la tecnología; apenas los notamos, por culpa de la habituación. 

Hace 4.000 años, en el palacio del rey Minos, en Creta, se usaban especies de inodoros: tubos de cerámica para sentarse, colocados sobre soportes por los cuales pasaba agua de lluvia. También, en la antigüedad, los habitantes del valle del Indo, hoy Pakistán, usaron letrinas sobre agua corriente.

El inodoro como tal es propio y único del mundo industrializado; fue inventado en el siglo 16 por un poeta, Sir John Harington, ahijado de la reina Isabel I de Inglaterra; luego fue perfeccionado, a finales del siglo 18, por dos ingleses: el matemático y relojero Alexander Cumming, quien inventó la tubería en forma de S, que tiene la gracia de llenarse con agua limpia y aislar lo malos olores del resto de la cañería. Diseñó también la válvula, cuyo funcionamiento mejoró sustancialmente el plomero e inventor Joseph Bramah, otro inglés.

El inodoro en la actualidad es un objeto que se compra una sola vez y solo se remplaza cuando se quiebra. No importa que salgan al mercado nuevos diseños, los vendedores los llaman «objetos compra de emergencia”. Como no todas las culturas son iguales, en el Japón la gente gasta una buena suma de dinero en comprar inodoros sofisticados. Dicen que las mejoras en estos objetos de porcelana van desde ofrecer asiento temperado, con calefacción en el invierno, la capacidad de lavarnos y secarnos el trasero, por medio de boquillas de aseo que rocían agua tibia y soplan aire caliente, y la habilidad de  chupar moléculas malolientes en el aire. Como si fuera poco, se iluminan en la noche para evitar tropiezos, suben la tapa del asiento (función conocida como «protector de matrimonios»),  e incluso retienen, al ser vaciados, las partículas de materia que estén en la taza y usualmente salen disparadas volando por el aire.

Aunque a todos nos huele mal y nos molestan los excrementos tanto animales como humanos, y al respecto, hace mucha falta que alguien invente el inodoro para perros y gatos, todavía hay en el mundo 2.500 personas sin inodoro, que defecan al aire libre y en las calles. Con la tristeza adicional de que son imposibles de convencer de cambiar de práctica. En India, la gente que defeca en la calle cree que los sanitarios son “impuros”. Los líderes políticos han descubierto que el asunto de la persuasión de usar baños públicos hay que dejársela a los líderes religiosos, pues solo por motivos del más allá es que la gente está dispuesta cambiar de hábitos. La gente que defeca en espacios abiertos usualmente impregnan sus manos y pies de partículas de material fecal que luego esparcen en alimentos y agua potable que van al estómago de adultos y niños, con consecuencias fatales. La mayoría de estas personas desconocen lo amenazante que es este comportamiento para la salud de la población. El mal razonamiento humano no mira las estadísticas sino la experiencia inmediata y local, que no dice nada, o casi nada. Este asunto del inodoro es un punto determinante para la salud pública del mundo, pues muchas enfermedades, como el cólera, la disentería y el tifo se trasmiten debido a esta mala práctica. No sobra contar que la disentería mata a más menores de cinco años que la tuberculosis, la malaria y el sida juntos.

En muchos lugares de Colombia no hay inodoros, y en muchos, solo letrinas  que contaminan la tierra y las aguas. En el 2014 y en el 2015 se confirmó que el agua del municipio de Bajo Baudó estaba infestada de materias fecales, y los niños enfermos se contaron por cientos. El fotógrafo de inodoros del mundo Asier Reino estuvo en Colombia y tomó fotografías de letrinas cuyos desechos caen directamente al río. Según Reino: “La gente que es pudiente, que tiene dinero, se aleja cuanto más puede de sus propios desechos, mientras los que no tienen posibilidades tienen que convivir con ellos y termina por dejar de importarles”.

Es necesario tratar las heces antes de deshacerse de ellas. La fundación de Bill y Melinda Gates ha presentado innovaciones higiénicas para llevar a países en desarrollo. Un equipo de la Universidad  Tecnológica de Delft, en Holanda, propuso usar microondas para descomponer las heces en monóxido de carbono e hidrógeno, los cuales serían puestos en contenedores con el fin de generar electricidad. En Loughborough University en Inglaterra y en la Universidad de Stanford en USA están usando métodos para convertir los desechos humanos en carbón. En la Universidad de Toronto se está construyendo un sistema para descontaminar la orina y las heces por medio de radiación ultravioleta. Todavía se necesita más investigación y avances que hagan baratos estos procesos.

Según Antonio Vélez, los inodoros inteligentes existen. Le cedo la palabra.

Inodoros inteligentes

Según la revista Science News, se acaba de inventar el inodoro inteligente. Los japoneses ofrecen ahora un sanitario que, según el eslogan, es más inteligente que la mayoría de sus usuarios. Basta decir que el comando de las acciones está a cargo de un procesador central. El mueble está diseñado con todos los adelantos de la ergonomía, de tal modo que el cliente se sienta y se siente a sus anchas en él. No requiere papel higiénico, pues dispone de duchas temperadas, con presiones ajustadas al gusto por el usuario, y luego usa vapor tibio para el secado. Al final, dice la propaganda, el usuario dispone de un spray en el culantro que viene en olores desde lavanda hasta tomillo, y dispone también de sabores. Vainilla es el preferido. Para que el impaciente no se aburra, si es duro de conciencia, dispone también de música al gusto, desde una tocata y fuga o el vals del minuto, hasta un vallenato o una grabación de una fiesta de la patrona, con voladores, en el Carmen de Viboral (recomendado para los que viven en pareja). Si no hay afán, el usuario puede conectarse con Internet mientras hace fuerza, o hacer llamadas por celular a larga distancia, o jugar a sus anchas con el celular. Como ven claramente, no puede pedirse más.

Pero no faltan los avivatos que sacan provecho de los desarrollos tecnológicos. Ya están ofreciendo unos bluyines unisexo, llamados Deskaderados Mokus, con una tapa posterior, que al desabotonarla se abre y permite acceder al inodoro sin necesidad de bajarse los pantalones. La comodidad hecha ropa, dicen. Todos estos avances se deben a que en la vida civilizada moderna, el tiempo es oro. Pero aquí entra la moda con sus extravagancias: ya ofrecen una variante que tiene una parte destapada, digamos que es una especie de escote, de tal modo que las “gemelas” se insinúan coquetamente.

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