Catrecillo

Publicado el Ana Cristina Vélez

El arte es en parte un constructo social, solo en parte

Es un constructo social pues en las manifestaciones artísticas como el teatro, la danza, la música, y en objetos artísticos, sean pinturas, esculturas, amuletos o cuentos, notamos un hecho común: se materializan como artísticos dentro de un grupo humano que les da ese estatuto, y lo pierden si no hay espectadores que los disfruten o valoren. Las acciones artísticas se originan, la mayoría de las veces, en el individuo, pero se realizan en el contexto social.

Los constructos sociales podrían ser caprichosos, y en el arte es común encontrar manifestaciones validadas por los críticos; digamos que algunas veces, poco satisfactorias para el público. A largo plazo, las manifestaciones humanas sean acciones u objetos cumplen ciertos requisitos para poder ser llamadas artísticas. El tiempo es el gran juez. Los distintos expertos, de distintas épocas, concluyen y juzgan como arte ciertas obras humanas. Estas son las que conforman los libros de Historia.

Todas las acciones humanas son susceptibles de volverse artísticas, así como los productos de esas acciones; sin embargo, algunas de ellas son más potentes que otras en eso de llegar a ser artísticas. Potentes en el sentido de que son susceptibles de ser perfeccionadas, contienen significado, son socialmente valoradas y son buenos vehículos para proporcionar placer. Tocar violín es una actividad más susceptible de ser artística que jugar póker.

Para que algo sea llamado “arte” debe sobrepasar la expectativa, estar por encima de lo común y cotidiano. Aquí se hace necesario remitirse al marco de referencia. Suponga el lector que jamás ha leído poesía. Le leen diez poemas de autores reconocidos mezclados con aficionados a la escritura. Debe seleccionar los que considere de mayor calidad. Posiblemente no va a ser capaz de saber cuáles poemas son los mejores. Si se hace lo mismo con un poeta que conoce bien el panorama de autores y ha leído mucha poesía, su marco de referencia va a ser considerablemente más amplio y probablemente le va a permitir reconocer los buenos poemas. El juicio del arte, como todo juicio, requiere conocimientos.

El arte no es solo un constructo social pues sus bases están en la naturaleza humana. Hay quienes no creen que exista una; pero si aceptamos la teoría de la selección natural, no podemos negar que como especie tenemos que compartir una serie de características seleccionadas durante nuestra evolución que nos hacen ser lo que somos. La mente humana no es tabula rasa; venimos al mundo con una dotación natural y con unas estructuras cognitivas para entender y juzgar el mundo que nos rodea. Contamos, como especie, con unas bases de comportamiento para vivir en grupo y también con un sentido de la belleza, la coherencia, la regularidad, la variación y el orden. Juzgar, percibir y crear lo artístico involucra aspectos biológicos innatos, algoritmos del aprendizaje y del comportamiento, y por tales motivos el fenómeno del arte no es sólo un constructo social; también es en parte un constructo personal que debe su gran cuota a la biología.

 

Si al lector le interesa el tema, ver: Homo artisticus. Una perspectiva biológico-evolutiva

 

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