Cara o Sello

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El ejemplo del Avión

Hace poco venía viajando de regreso a Bogotá y, al bajarme del avión en el Puente Aéreo, tuve una epifanía –en realidad fue más un repentino pensamiento alimentado por las 5 horas de escala que había tenido momentos antes. De cualquier modo, en ese momento pensé: la política, esa que se hace en Colombia tan arbitrariamente, debería ser como un avión; los aviones despegan teniendo un plan de vuelo aprobado previamente, cuando están en el aire se acomodan y hacen lo necesario para encaminarse hacia su destino y cuando llegan al lugar, aterrizan de la manera más suave posible para que los pasajeros puedan estar tranquilos.

En este país hay unas aeronaves que lo hacen bien y otras que lo hacen mal, aunque hay algunos que si son unos verdaderos aviones, sin importar lo que hagan. Por ejemplo, el avión de la Presidencia de la República cambió de rumbo de una manera inesperada y, antes de continuar su rumbo hacia Oslo para que su pasajero reciba un premio muy importante, hizo una parada técnica en La Habana –que, por lo demás, se le está alargando.

Los aviones de las alcaldías de Bogotá, Santa Marta, Cartagena y otras ciudades del país tuvieron problemas técnicos durante el vuelo y se precipitaron a tierra; lo cual resulta una verdadera lástima, ya que cuando despegaron prometieron llegar lejos pero, infortunadamente, les fallaron los cálculos. Mientras tanto, el avión azul de la procuraduría está atravesando turbulencias y hay algunos otros aviones que están en el hangar quieticos, esperando que les den luz verde para arrancar, cómo es el del exministro estrella del Presidente; ese mismo que ahora hace parte de una especie de ‘Shadow Cabinet’.

Ahora creo que asimilar la política con el ejemplo del avión puede llegar a ser un buen ejercicio para los colombianos ya que se trata de pensar hacia dónde nos dirigimos, que aviones estamos abordando y a quienes estamos eligiendo para que los dirijan. Se necesitan pilotos que acepten el plan de vuelo deseado por los pasajeros, que tengan un buen despegue, que mientras el avión esté en el aire avance a buen paso y con seguridad; y que, al final, logremos aterrizar de una manera plácida para que podamos disfrutar de las mieles de nuestro lugar de destino.

Julio Morales Daza
Twitter: @JotaMorales
 

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