Burlaburlando

Publicado el donhumor

En Colombia emplean a Twitter para comunicar ladridos en contra de la paz

Ilustración de Margarita Molano

Especial interés ha despertado, tanto en sectores de opinión no perrunos como en los decididamente perrunos, el “trino” que el presidente Juan Manuel Santos echó al aire el domingo anterior.

Este día, de hecho, el mundo leyó en la cuenta presidencial de Twitter lo siguiente: “Churchill decía que no se llega al final del camino si uno se detiene a echarle piedra a cada perro que nos ladra!!!”.

En opinión de algunos ciudadanos, Santos copió aquella frase allí para fustigar a quienes parecen ladrar rabiosamente contra las negociaciones de paz que él inició con las FARC.

El propio Gobierno los ha desmentido y ha dicho que no: “que aquel trino que se colgó allí no fue por eso, sino como expresión -algo perruna, eso sí- de la determinación presidencial de no detenerse a echar piedra en ese camino tan empedrado de perros, como lo es el que conducirá a la paz entre los colombianos”.

Sin embargo, fuentes extraoficiales han manifestado que lo que hay de fondo en este asunto es más cosa perruna, que de fondo.

Porque, según cuentan las mismas fuentes, el propio Santos vive preocupado por el uso que en Colombia le están dando a Twitter, “en donde cada día leo expresiones que más semejan ladridos, o gruñidos, que razones inteligentes contra la búsqueda de paz”.

Y cuentan también que fue precisamente esa preocupación la que movió al Presidente a pedir, como ya pidió, la intervención en este caso de César Millán, llamado el Encantador de perros, para que le ayudara al Gobierno a dilucidar si la fuente de esos ladridos en Twitter es de animal racional o de animal perruno, y, en este caso, a determinar el modo mejor de responder a semejantes expresiones del líder y a su manada.

Con gusto aceptó el reto César, no sin antes presentarse a Santos como “un mexicano que rehabilita perros y adiestra políticos”, y de poner a disposición del Gobierno colombiano “el Centro Psicológico Canino que poseo cerca de Los Ángeles, EE.UU., en donde se les colaborará a los enemigos de la paz a superar sus traumas”.

Y no sin antes advertirle también que “evite, Presidente, echarles piedra a los perros del camino, ya que esa práctica de chino malcriado no solo atenta contra el derecho a la libertad de ladrido, gruñido y de movimiento de cola de que hoy gozan los perros, sino que le concede a las piedras una función educativamente perruna, para la cual de ningún modo éstas han sido hechas”.

De inmediato Millán empezó a trabajar, buscando por teléfono indicios que lo acercaran al origen de aquello que parecían ladridos, y que no se oían sino que se leían por toda la Twitter colombiana.

Le preguntó luego a Santos algo acerca de los resultados de las investigaciones que sobre este asunto realizó la Casa de Nariño.

El Presidente le confesó a Millán que él, en efecto, “había contratado a sicólogos caninos y a expertos en comunicación perruna para que dieran con la raíz de aquellos ladridos”.

Y que estos expertos, “después de examinar a centenares de aquellos expresiones, creen que estas más parecen salidos de cerebro perruno que de seso humano”.

Pues, sigue diciendo Santos, “esos expertos dedujeron que el autor de aquellos ladridos, aunque por lo regular muestra un comportamiento normal, de cuando en cuando y de manera súbita se torna agresivo, y ataca y muerde por Twitter a las personas cercanas, lo que significa sufrir el Síndrome de Furia, que solo se presenta en algunas razas caninas”.

“Así las cosas, no le quepa duda, Presidente, que en los ladridos en contra de la paz hay seso y rabia caninos”, concluyó Millán.

Y le recomendó por último leer su libro  El encantador de perros, y mantener en un cajón del escritorio presidencial una buena reserva de piedras, “pues uno nunca sabe…”

“Pero, eso sí, si alguna vez las va a usar contra el autor de tales ladridos, úselas con mucho tino, o no las use”, remató Millán.

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