Bóveda celeste

Publicado el Perla Pinilos de la Hoz

Nairo, una promesa de Boyacá en los campos. En surcos de dolores… ¿el bien germina ya?

Nairo, una promesa de Boyacá en los campos. En surcos de dolores… ¿el bien germina ya?

 

No todo lo que produce la Colombia desamparada y excluida del desarrollo por décadas es pobreza… Tenemos un campeón del ciclismo, Nairo Quintana.  Hijo de Cómbita, Boyacá, que antes de coronarse como subcampeón del Tour de Francia, su familia había experimentado el asedio de los medios de comunicación para publicitarlos como emblema de sencillez y autenticidad precolombina. Previo al paro agrario resulta patética la “tierna y conmovedora” descripción del reportero que arribó con los micrófono de la emisora BluRadio a la casa paterna de Nairo, el ciclista colombiano que ya tenía a la prensa extranjera presumiendo sobre alguna clase de dopaje, ante la incógnita de un competidor desconocido, inexpresivo y silencioso, que iba a la delantera.

Elogio el propósito de enaltecer la humilde procedencia de Nairo y hacer honor a sus orígenes y al terruño que lo vio nacer. Lo que me impactó fue el quebranto emocionado conque se describió la estufa de carbón en que doña Eloísa preparó el tinto que ofreció con la sumisión característica del campesino boyacense. ¡Qué vergüenza que a estas alturas del siglo XXI nos conmueva el atraso y precariedad en que vive más de la mitad de la población que habita nuestros asolados campos colombianos! Lo que más sorprende es que en menos de un mes la típica ruana pasó de la reverencia al rechazo y protesta, que por fin calificaron de justa. Ya era hora de que se colmara la paciencia de un pueblo harto de los caminos de herradura, agobiado de luchar con el trabajo de una tierra rica en propiedades, pero pobre en resultados para vivir dignamente. Aplaudo el coraje demostrado, porque no hay derecho a que nos sigan pareciendo un atractivo turístico las casas de adobe, carentes de todo en la mitad de la nada, sin la menor posibilidad de acceder a los derechos que a un estado le corresponde proteger. 

Habría que preguntarle al reportero, al ministro de Hacienda y a otros tantos dirigentes, que si esa hubiese sido su suerte en la vida… ¿cómo la llamarían? ¿Será que ponderarían con tanta insistencia el cacareado fortalecimiento de la economía que en seis meses ha decrecido del 5 al 3 % en el indicador del PIB? ¿O cómo ponderarían los niveles de calidad y cubrimiento de la educación en el país, cuando escuchamos el vocabulario conque se expresan los que protestan? ¿Sonaría igual de enternecedora?

El suceso deportivo me conectó indefectiblemente con los aconteceres vividos en el Catatumbo y con las fogatas a las que se encuentran acostumbrados los habitantes de poblaciones como El Tarra, El Filo Gringo, El Suavo, etc., que a la par de Cómbita cocinan con carbón, no cuentan con educación y asistencia técnica que les permita sacar adelante las UVR; ni tienen la menor posibilidad de trasportar sus productos por carreteras, aspecto que –paradójicamente- favoreció el entrenamiento de Nairo a corta edad, con la bicicleta que utilizó para trasladarse de la escuela al hogar y hacer los mandados hogareños, pero que afortunadamente contribuyó al fortalecimiento de sus músculos y ensanche de su tórax.

Estas condiciones sociales se denominan coyunturales con los resultados de la reciente encuesta, como si el atraso fuera a desaparecer por arte de magia por el hecho de haberse calmado la tormenta como afirma el presidente. Ni tampoco tales carencias responden al olvido de gobiernos anteriores. ¿Acaso los privilegiados no han sido parte de estos nefastos resultados? ¿Acaso el parlamentario que hoy acude eficaz a las conversaciones y deplora el abandono del campo no ha sido terrateniente en el departamento más olvidado de toda la geografía, cuyo padre lleva más de 37 años en el Congreso? No me digan ahora que fuera de maquillar la verdad asumieron las condiciones de Pilatos…

Es que el modelo económico aperturista no fue producto de la participación ciudadana, ni los compromisos que dieron lugar a los TLC con altos precios en los agroinsumos contaron con el entrenamiento y asesoría a los agricultores. Se dio por sentado que el punto de vista de la monarquía colombiana trascendía las esferas del analfabetismo y como por arte de magia los pobladores del campo adoptaban con efectividad nuevas formas de hacer las cosas para competir en los mercados internacionales. Afortunadamente la tienda de los padres de Nairo no ha tenido las exigencias de estándares de calidad exigidas a los arroceros de Campoalegre, porque otro hubiese sido el futuro del joven deportista.

Las declaraciones de la mamá de Nairo me hicieron remontar a los años en que el perfil boyacense, sumiso y reverente, tenía enorme predilección para los quehaceres domésticos por la garantía de honradez, humildad y docilidad, aspectos que en la actualidad han quedado totalmente desvirtuados gracias a que la copa se colmó por cuenta de la desesperación derivada de muchas restricciones a la vez. Servicios públicos deficientes, salud precaria, educación limitada, infraestructura con 20 años de atraso, corrupción rampante, seguridad relativa y condiciones de vida sujetas a la Divina Providencia. Pese a todo lo anterior, la madre de Nairo habló emocionada de sus saberes culinarios y de la dieta alimentaria que ha hecho de su hijo un Naironman sobre ruedas.

Pero la cruda realidad en palabras de los dirigentes no existe, y las protestas se apaciguan con acuerdos; como si la omisión de ejecutorias pueda subsanarse con papeles que todo lo aguantan, y la ignorancia se erradique con subsidios y más promesas, mientras se surte el próximo proceso electoral. Qué ingenuidad… Es como afirmar que la familia Quintana pertenece a la clase alta de Cómbita por el desayuno trancado conque doña Eloísa ha hecho de su hijo un RoboCop, y por lo tanto no hace parte de los diez millones de colombianos en pobreza extrema que, con ruana y botas pantaneras, han dejado al descubierto por estos días las arcaicas y primitivas condiciones de vida de nuestro campesinado, que calificamos de autóctono y pintoresco para el turista.

Estos son los indicadores de efectividad que se manejan en el país y que son objeto de amplia divulgación: se destaca el progreso de UN habitante de Cómbita que ha tenido la oportunidad de entrenar con su bicicleta como medio de locomoción (por lo intransitable de los caminos), y se ha empeñado en fortalecer su habilidad para no engrosar las marchas de campesinos que hoy inundan las carreteras de los departamentos, cuyos rostros no reflejan los logros en que insiste el gobierno, ni las condiciones de vida revelan la lucha contra la pobreza que se encuentra en el imaginario del departamento para la prosperidad social.

Me imagino que los mineros “criminales” también cocinan con carbón, y la educación para el trabajo se encuentra escrita en los programas del SENA; pero las exigencias para la explotación son las mismas que para las multinacionales, como si los decretos hicieran milagros en materia de competencia y conocimiento, para convertirse de la noche a la mañana en microempresarios duchos en el manejo de las tecnologías que anulan los efectos contaminantes.

Es que los logros no pueden magnificarse, ni las realizaciones publicitarse con afirmaciones como ser “el gobierno que ha obtenido mayores avances en la lucha contra la pobreza”… De lo contrario, los otros hermanos de Nairo, conscientes de los poderes nutricionales de los cubios con alverjas, ya habrían concebido un proyecto productivo del potaje que hace campeones y solicitado el acompañamiento de Proexport para exportarlo y ofrecerlo a Cristopher Froome en Inglaterra, Joaquin (Purito) Rodríguez en España, o Roman Kreuziger en EE. UU. Sabemos de sobra que los requisitos y condiciones para formular esta clase de iniciativas no están hechos para los estudiantes de Cómbita, ni  puedan presentarse los jóvenes oriundos del Medio Baudo, Río Iro o Certeguí en Chocó, Caucasia o Marmato en Caldas, quienes por necesidades básicas no cubiertas y una educación elemental de regular calidad, salen a la carretera a incendiar tractomulas o tirar piedras a otros colombianos, cuyas familias también cocinan con leña, pero las circunstancias les permitió lucir como otra clase de “RoboCop”… los del ESMAD.

 

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