Blog de notas

Publicado el Vicente Pérez

Evadir y atacar

Admiro al excomisionado Luis Carlos Restrepo. Lo digo con timidez, en balbuceos. Lo admiro a él no tanto como admiro a Álvaro Uribe y a José Obdulio Gaviria. Resultan incomprensibles las críticas al primero, injustas, luego de que ayudara a desmovilizar a 62 guerrilleros del bloque Cacica La Gaitana de las Farc, para que posteriormente éstos pobres hombres ingresaran a la vida civil exitosamente: sin prejuicios ni discriminación, con trabajos estables y sin riesgo de terminar bajo órdenes de nuevas bandas criminales. Los admiro, a pesar de que sean unos burros. Quienes los critican, quiero decir.

Es más, si tengo un hijo lo llamaría Luis Álvaro José Francisco, habida cuenta de que mi respeto por el exvicepresidente es único. Tal vez sea un error ponerle cuatro nombres a un bebé. Sí, es un despropósito porque pensándolo bien, ¿cómo lo llamarían?: ¿Varito, Luchito, Pachito? No sé, es rara esa manía fea de los apodos.

Ya no le pienso poner Luis Álvaro José Francisco, quizás los amigos por la indecisión le terminen llamando Fachito, o Avarito. O tal vez el niño no quiera pistolas de balines sino juguetes de alto voltaje (una grabadora, quizás), o metralletas de balines. Quién sabe si de aquí a allá ya existan las motosierras de juguete. Para cortar árboles y abrir carreteras imaginarias. En fin, ¡qué sé yo de los juegos del futuro! Sólo sé que los del presente —jugar con la tierra de los campesinos, con las libertades sexuales de las mujeres o con los contratos públicos— me parecen poco divertidos.

Dije que los que critican a estos varones son unos burros, sí, si entendemos por burro a una persona poco inteligente, pues ¿quién con más de tres neuronas no entiende que todo lo que éstos varones hacen es por el bien de la patria, por «defender la democracia, maestro»? Ellos —que lo entiendan bien los columnistas y periodistas que los atacan— sacrifican su buen nombre por los principios más valiosos de Colombia. Principios centenarios, como la honradez de los funcionarios públicos, la santa fe católica, el amor al Estado y sus contratos, las buenas desmovilizaciones, los buenos paramilitares. ¡Qué horror! Los buenos para militares, pues en las FF.MM. no hay soldados ignorantes que maten animales por juego. ¡Qué malos juegos los de hoy!

Pero también pueden ser burros todos ellos, si tenemos en cuenta que no hay burro mudo, y como adalides de la razón responden a la sociedad con comunicados o comentarios. Lástima (no me gusta aceptar errores en mis personajes) que no respondan lo que deben: Uribe en una audiencia en la Comisión de Acusaciones gritaba eufórico que él no era ningún asesino, cuando no se le cuestionaba eso. Luis Carlos Restrepo salió en los medios proponiendo asamblea constituyente y un movimiento antipresidencial, como cualquier Chávez de derecha, cuando se le cuestiona por evadir la justicia colombiana al mejor estilo uribista, al estilo de la patria: yéndose del país. Buena estrategia: evadir y atacar.

Luis Carlos Restrepo —como en el 2010 lo hizo María del Pilar Hurtado, quien hoy continúa en Panamá protegida por un buen gobierno que entiende a los perseguidos políticos— se fue disimuladamente para Estados Unidos mientras tenía compromisos con la justicia colombiana, y su abogada dio explicaciones vagas y falsas sobre su ausencia. Ahora reaparece sin mencionar una palabra sobre los cuestionamientos que se le hacen (falsa desmovilización del frente Cacica La Gaitana de las Farc en marzo del 2006), y por el contrario —con la autoridad que merece un excomisionado para la paz, término que Colombia no conoce— propone un decálogo político «para retomar el rumbo», en el que se va lanza en ristre contra el presidente Santos, el presidente «de la mentira».

Admiro la inteligencia de Restrepo, lo que me lleva a apoyar a cualquier conductor embriagado o cualquier evasor de impuestos que con malicia indígena sepa defenderse de la injusta Justicia colombiana.

Pero creo que ningún particular con implicaciones menores que Restrepo tiene voz en los medios, ni amparo en viajes, así que hace inviable la reivindicación anterior y con dolor me hace pensar que Restrepo fue un deshonesto ventajoso.

No. No puedo admirar a Luis Carlos Restrepo.

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