Blog de notas

Publicado el Vicente Pérez

El Nobel de Vallejo

Nunca he escrito sobre Fernando Vallejo. Ni una palabra, quizás porque creo que es un error inevitable empezar sobre su literatura para terminar con sus posiciones políticas o morales. No. Es como escribir sobre García Márquez para terminar reprochándole lo mismo. Allá ellos. Pero hoy quiero hacer un quiebre.
Sobre la literatura de Vallejo hay mucho que decir, pero se resume en que es un escritor que marcó la literatura hispanoamericana, y la mejor manera de conocerlo es leyéndolo, luego hacer juicios sobre sus libros a partir de lo que otros escriban es arrogante.
No voy a escribir sobre su literatura, pero no dejo de recomendarla. Y me refiero a sus novelas más que a su conocido libro sobre el cristianismo. Decía, quiero escribir sobre una característica suya, independiente de su orientación: su capacidad de decir lo que piensa y defender su verdad, aun cuando es incómoda, aun cuando no es verdad.
Hace unas semanas escribía Daniel Samper Pizano que hay ciertas personas que hablan y arriesgan su posición a favor de su sociedad, cuando nadie es capaz de hablar y denunciar las injusticias. La gente les suele llamar sapos, Samper es más consecuente y rescata una palabra valiosa para ellos: atalayas.
Las posiciones de Vallejo son bien conocidas, y por ellas es fácil sentir apego, como es fácil sentir rechazo –otros, como un apreciado amigo, dicen que sólo es un fastidioso que está contra todo-, pero es importante resaltar su actitud, no como un medio para transmitir sus ideas, sino como un imperativo: decir y enunciar la propia verdad sin violencia, promover el debate y nunca cansarse de denunciar, nunca cansarse de repetirse.
Algunos se preguntan si Vallejo, quien ya está viejo, podrá ganar el Nobel. No lo creo, ni lo veo medianamente posible. No recuerdo quién dijo que a los señores de la Academia no les gustaría tenerlo despotricando contra todos en Estocolmo. Es verdad, aunque su literatura sea valiosa y probablemente sí merecería la distinción. De todos modos es cierto lo que él ya ha dicho: para los escritores en español es objetivamente poco importante el premio Nobel, puesto quienes lo otorgan no hablan español, luego no conocen la obra original del autor. Tiene más sentido entonces un premio como el Cervantes, o un premio como el de la FIL en Lenguas Romances, que Vallejo ya recibió.
Esto lo digo porque luego de ver a Vallejo pronunciando su discurso de aceptación del premio queda una imagen importante: sale del atrio y camina a su puesto, donde se sienta al lado de Herta Müller y Vargas Llosa.
El Nobel, se dice, es un premio con una fuerte carga política. Vallejo no lo recibirá, aunque haya tenido a dos nóbeles aplaudiéndolo por tener la valentía política más evidente.

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