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¿Y ahora quiénes son los apátridas?

Por: Sergio Mesa (@sermeca)

Jamás me imaginé que la reacción del Centro Democrático, movimiento político liderado por Álvaro Uribe Vélez, ante la entrega voluntaria de María del Pilar Hurtado a las autoridades panameñas y el llamado a versión libre de Óscar Iván Zuluaga y su hijo David, por los extraños pagos al hacker Andrés Sepúlveda, iba a mostrar la verdadera faceta de la oposición, si así puede llamarse a un grupo político que hoy ve como un delito lo que ellos usaron como estrategia electoral. Y hablo precisamente de contratos para la prensa, usar el Departamento Administrativo de Seguridad –DAS- para espiar, y la estigmatización de líderes de izquierda como “aliados del terrorismo”, por anhelar la paz. O sino que RCN y Caracol muestren sus utilidades por pauta oficial.

¿Y de qué se quejan ahora? No voy a entrar a defender a Juan Manuel Santos, quien es un demagogo igual o peor que sus antecesores, sino a la institucionalidad del país, hoy resquebrajada y vuelta añicos por el interés de diversos sectores. Hablo propiamente de la Fiscalía y la Procuraduría General de la Nación, donde están apostadas las garitas desde donde lanzan piedras y mensajes Eduardo Montealegre, cercano a Santos, y Alejandro Ordóñez, un militante más de la derecha uribista.

¿A qué juega la justicia en Colombia?

La semana anterior se llevó a cabo en la universidad EAFIT el foro: ‘Proceso de paz: verdad, justicia y reparación’, en donde diversas personalidades del periodismo, la justicia y la academia expusieron sus puntos de vista sobre lo que se negocia en La Habana, planteando algunos interrogantes en cuanto a qué tan preparados estamos para aceptar lo negociado, la participación política de los actores armados que depondrán las armas y si en las elecciones de octubre deben refrendarse los acuerdos mediante un referendo. Se exploraron respuestas; falta mucho por discutir con la ciudadanía.

Precisamente a lo que plantean el periodismo, la academia y la justicia es a lo que le teme el Centro Democrático, que no encuentra eco en su discurso, máxime cuando el cese de hostilidades de manera unilateral, decretado por las FARC, no les suma a sus intenciones de boicotear el proceso.

Ahora buscan escenarios en la comunidad internacional, como alguna vez lo hizo Piedad Córdoba para denunciar el enquistamiento de la mafia en el gobierno Uribe, lo cual le generó debates en el Senado, promovidos por Nancy Patricia Gutiérrez y otros aúlicos de la Casa de Nariño. ¿Ella sí era apátrida por denunciar lo que pasaba aquí? Hagámonos pasito.

Ahora, desde el otro lado, los parlamentarios del Centro Democrático piensan denunciar lo que ellos consideran es un “castro-chavismo” y una sumisión del pueblo colombiano ante las FARC, a lo que se suma la posible “negociación de las Fuerzas Armadas”. A eso le juega el Procurador, validando argumentos falaces, que solamente alimentan el odio de la derecha hacia Santos. Y reitero que no defiendo a Santos, por quien no voté, sino que critiqué con argumentos que hoy se justifican con sus acciones.

Los paros anunciados por los mineros, camioneros y maestros delatan que hubo acuerdos firmados con intereses electorales para salir del paso.

Lo que no podemos desconocer es que el proceso de paz debe avanzar, y ha avanzado en algunos puntos que los ciudadanos pueden revisar, los mismos que no pudieron desmentir los voceros del Centro Democrático, porque precisamente lo que se busca con lo acordado es saldar deudas históricas del Estado con el pueblo, ideales que han alimentado durante medio siglo la lucha armada. La comisión para la reconstrucción de la memoria histórica le apunta precisamente a eso.

¿Ahora de qué se quejan quienes se declaran perseguidos políticos? Perseguidos quienes fueron chuzados, amedrentados y calumniados desde el establecimiento por ponerle el foco a la corrupción. Esos sí que son perseguidos.

El Centro Democrático tiene la libertad de viajar al exterior, de su propio peculio, no con viáticos del Congreso, a ventilar lo que ellos consideran la verdad del conflicto. ¿Y para cuándo la verdad histórica del paramilitarismo en Colombia?

Deberían aprovechar su viaje para explicar por qué en el gobierno Uribe se propuso la alternatividad penal (pagar 8 años) para los jefes paramilitares, y hoy se oponen al indulto por delito político, en conexidad con el narcotráfico, de las FARC, el mismo que deberá extenderse al ELN en un eventual proceso de negociación.

No creo que después del apoyo de Francia y USA al proceso de paz reciban mucho eco. Ahora buscarán en las elecciones locales, un tercer round con la Unidad Nacional, hacerle oposición al proceso de paz. Y son capaces. Si Santos somete los acuerdos de La Habana a la refrendación del pueblo, habrá manipulación del uribismo para hundirlo. No es buena tanta democracia.

Apostilla: ¿será que la campaña por la Alcaldía de Medellín mostrará la fractura política que hay entre Sergio Fajardo y Alonso Salazar? Ya Alonso tiene el aval de la Alianza Social Independiente (ASI), mientras Fajardo impulsa a “Los Federicos”. Se salva Restrepo. ¿Y Gutiérrez?

 

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