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Uribe se da garra

Por: Daniel Yepes (@yepesnaranjo)

Casi se infarta el senador Uribe al conocer la noticia de la presencia de Timochenko en La Habana -en dos ocasiones- confirmada por los ministros del Interior y de Defensa.

¿Qué quería? ¿Poder de veto para un miembro de alguna de las partes en un proceso de negociación? El senador no puede ser iluso, más cuando tiene una inteligencia superior como dicen sus súbditos, y afirmar que el jefe de un bando en conflicto no puede tener ni voz ni voto cuando se habla de temas que lo benefician o lo perjudican; eso sería como sostener que en el proceso que se adelanta en Cuba, el presidente Santos no tuviera derecho alguno a manifestarse frente a lo pactado.

«¡Que se declare paraíso terrorista a Venezuela!», salió a vociferar a los micrófonos, aduciendo que desde ese país había viajado el número uno de la guerrilla, argumento que, dentro del pragmatismo que dice él representar, generaría una crisis profunda en el proceso que se adelanta. Ese estado de ánimo belicoso es bueno para comunicar pero no para negociar.

Debe estar cargado de tigre el senador porque, distinto a lo que sucedió con la salida de alias Pablo Catatumbo del país, su fuente le falló esta vez y se quedó sin chiva.

Esa frase contra Venezuela será el nuevo caballito de batalla del uribismo por estos días ahora que se les han ido agotando todos con los que iniciaron su labor legistaltiva.

Que los acuerdos de La Habana no son públicos; ya lo son.

Que no se tiene en cuenta a las víctimas; van tres grupos de doce personas que representan hechos victimizantes dentro del conflicto.

Que no avanza el proceso; en dos años, van tres puntos acordados de seis para acabar un conflicto de 50 años. Se le olvida al líder del Uribismo que él prometió acabar con la guerrilla en 4 años, no pudo, luego otros 4 más, no pudo, y ahora sigue insistiendo que el fin del grupo subversivo es por la vía militar cuando él es la muestra fehaciente de la invalidez de este argumento.

Que no soportaría ver a los guerrilleros desmovilizados que hayan cometido crímenes de guerra y lesa humanidad en el Congreso, pero se manifestó a favor de la presencia de los paramilitares en el mismo recinto: «desde que haya buena fe para avanzar en un proceso, no tengo objeción a que se les den estas pruebitas de democracia. Creo que se sienten más cómodos hablando en el Congreso que en la acción violenta en la selva» decía el entonces presidente, y con esa comodidad fueron Mancuso, Báez e Isaza a dar discursos grandilocuentes hablando de su legítima defensa y la nobleza de su causa. Al final, aplausos de la bancada de gobierno. Sería bueno que entre los libros que le recomienda a su bancada hicieran una pausa en la lectura de ‘A Uribe lo que es de Uribe’ e iniciaran ‘¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad’ y vea lo buenos muchachos que fueron los paras.

Siendo concretos: le molesta la presencia de Timochenko en La Habana, pero no le molesta la entrada de alias Job por el sótano a la ‘Casa de Nari’.

 

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