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Pretextos para herirle el ego a Medellín

Por: Juan Felipe Suescún (@jfsuescun)

Medellín tiene un ego tan grande que algunas veces hay que herírselo para que caiga en cuenta de sus problemas.

Esa afirmación no des-conoce los avances de la ciudad que precisamente le han permitido consolidarse en la actualidad, después de Bogotá, como la segunda ciudad más importante de Colombia por encima de Cali con la que siempre disputó este lugar.

Por el contrario esa afirmación re-conoce que Medellín tiene muchos motivos, unos más profundos que otros, para reclamar su lugar en el contexto colombiano y latinoamericano: los avances en urbanismo “social”, la consolidación de una gran empresa de servicios públicos, el poderío económico de sus empresas privadas, las diferentes soluciones de movilidad, el sentido de pertenencia de sus habitantes, entre otros factores que hacen de Medellín una buena ciudad para habitar.

Ese sentido de pertenencia de los medellinenses y de los paisas en general no es más que una expresión de la identidad regional, es decir, de eso que se conoce popularmente como “regionalismo”, una expresión a pequeña escala (conservando las debidas proporciones) del vetusto “nacionalismo” que hace aguas en un mundo cada vez más global, o “glocal” como diría Ulrich Beck, donde el Estado-Nación está mandado a recoger.

Este sentido de pertenencia de los medellinenses y antioqueños alrededor de la ciudad ha propiciado y consolidado los avances que le han permitido solucionar, y en algunos casos incluso prevenir, los problemas inherentes a cualquier ciudad.

Ahora bien, ese ego que a todos los paisas nos inculcan en la familia, en el colegio, en la universidad y en muchos círculos sociales también nos impide ver otros problemas que padece la ciudad.

Es por esto que en muchos casos, como ocurre en la vida personal, como ciudadanos necesitamos que nos hieran el ego “regional” para abrir los ojos a nuestra ciudad.

A veces nos hieren el ego desde adentro otros conciudadanos contra quienes descargamos toda nuestra rabia colectiva. En otros casos las críticas vienen de afuera, de extranjeros contra quienes también se despierta la rabia, incluso liderados por la institucionalidad.

Este año han ocurrido dos casos que ponen en evidencia este estúpido comportamiento de los medellinenses. El primer caso ocurrió cuando un violinista transgredió las normas del Metro al tocar su instrumento en el interior del sistema. El otro caso es el del periodista peruano que en un artículo se refirió a Medellín, como el burdel más grande del mundo.

Estos dos casos ponen en evidencia la hipocresía de los medellinenses para enfrentar los problemas de la ciudad. El primero muestra la incapacidad del Metro, una institución que es fuente de orgullo para Medellín, de conectarse con los usuarios y con los ciudadanos. El segundo pone el dedo en la llaga de una realidad que no podemos ocultar, pero que el alcalde y otros ciudadanos se han empeñado en tapar.

Ahora bien, más allá de estos dos casos que hacen parte de una larga lista de heridas que le han hecho al ego de Medellín, vemos como estos hechos se han convertido en pretextos, causas, motivos, o detonantes, como lo quieran llamar, para abordar los problemas que han logrado sacar a relucir de la ciudad.

Ante la oleada de voces de rechazo y de respaldo frente al comportamiento de la policía y del personal Metro en el caso del violinista, además de otros hechos “técnicos” que han afectado el funcionamiento del sistema, el Metro ha decidido crear una aplicación para dispositivos móviles en la cual podremos encontrar información general como estaciones, rutas integradas, alimentadoras, mapas, horarios, sitios de interés, etc. Además, en una segunda fase de este “vuelco que le estamos dando al relacionamiento con los usuarios”, como afirma su director de Comunicaciones, el Metro tendrá una cuenta de Twitter que le permitirá mejorar la comunicación con los usuarios y con los ciudadanos.

Asimismo, a raíz de la polémica que generó el artículo de Guillermo Galdos «Vírgenes a la venta en Colombia en ‘el burdel más grande del mundo'», el alcalde ha lanzado una cruzada contra la explotación sexual infantil que permitió la semana anterior el allanamiento de varios hoteles y bares donde explotaban sexualmente a menores de edad en el centro de la ciudad, así como la captura de varias personas relacionadas con este delito.

Vemos como este tipo de hechos, unos mejor fundados como el artículo de Galdos, y otros un poco más mediáticos como el del violinista, más que herir el ego de Medellín se convierten en un pretexto para identificar, reconocer y afrontar los problemas que ponen en evidencia.

En el caso del violinista el Metro cumplió su función, pero tal vez si esto no hubiera ocurrido no estaríamos ad portas de estrenar su aplicación y de seguirlos en su cuenta de Twitter.

Asimismo, con lo poco que hace el alcalde ¿creen ustedes que hubiera lanzado una cruzada contra la explotación sexual infantil si el artículo de Galdos no hubiera generado tanto revuelo en la ciudad?

Como lo muestran estos dos casos, cada vez que le hieren el ego a Medellín, antes de salir a amedrentar a quien lo hace, podemos convertirlo en un pretexto para afrontar los problemas de la ciudad.

 

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