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Por la paz y la democracia

Por: ALEXÁNDER BOLÍVAR (@alexbolivarf)

#PorLaDemocracia fue uno de los  hashtags que más se movió en Colombia la semana pasada, debido a la sanción impuesta por el “Inquisidor” Alejandro Ordóñez, con la que destituyó a Gustavo Petro de la Alcaldía de Bogotá y, lo que es peor y más indignante: lo inhabilitó por 15 años para ocupar cargos públicos.

Hay muchas razones para pensar que esta, que no fue una decisión acorde a la justicia, es uno de los peores ataques a la democracia que hayamos visto desde que se promulgó la Constitución de 1991. Como lo dijeron muchos analistas, a favor y en contra de Petro, esta sanción fue una decisión ideológica y un abuso de poder por parte de un funcionario, que pareciese tener como función aniquilar a todo lo que se llame izquierda, igual que en los tiempos en que paramilitares, aliados con políticos y algunos efectivos militares, masacraron a la UP. El procurador sabe que Petro es un fuerte candidato para la Presidencia de la República para el 2018, en un país todavía -tristemente- ultraconservador, y está usando su posición en la Procuraduría General de la Nación para hacer aliados (hacer campaña, como todos sabemos) y a su vez limpiar el camino de posibles contrincantes.

Supuestamente vivimos en una democracia, una en la cual el que gobierna y toma las decisiones es el pueblo, al igual que una en donde se respetan las diferentes ideologías y se le da espacio político a las minorías. Pero no es así. En este país llevamos luchando por muchos años para que las diferentes formas de pensar se respeten, pero por el contrario las han masacrado. Se ha luchado en estos últimos años para que aquel que tenga una opción sexual diferente no sea discriminado, pero se siguen tratando como enfermos y como lo peor que puede haber en una sociedad.

Y esto que acabamos de vivir el 9 de diciembre es una muestra más de cómo en Colombia se hace lo que digan algunas élites de derecha, todo para su propio beneficio, y cómo ellas, como siempre ha pasado, se están encargando de exterminar, ya no con sangre sino políticamente a todo el que se atreva a pensar diferente a ellos. Siguen dándonos la ilusión de que vivimos en una democracia en la que se puede pensar diferente, pero basta sólo mirar cómo están atacando el proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana, y cómo en vez de tratar de vivir en una sociedad en paz, se quiere ver a los miembros de las guerrillas en una tumba o en una selva bombardeados, porque eso, la guerra, sí que lo saben hacer muy bien. Así nunca viviremos en una democracia, así no viviremos en paz.

Como dijo Antonio Navarro: “Nosotros somos la generación de la paz”, y como tal debemos defender la democracia de quienes constantemente la atacan, pero en paz, con votos y no con balas, por eso apoyo a Gustavo Petro. Su destitución al igual que su inhabilidad fueron un mensaje de guerra, y como dijo el Alcalde en su discurso en la plaza de Bolívar el 9 de Diciembre: “los violentos son ellos”.

Para terminar, como dice la canción La verdadera lucha de Doctor Krápula: “para qué las balas, para qué las armas…la verdadera lucha es intentar amarnos…revolución no es quitar la vida no es defender ni a mi hermano matar, amor más amor esa sí es la salida, guerra más guerra no tiene final”.

 

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