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Publicado el Bajolamanga

Muérase satisfecho

En los primeros días de esta semana, publiqué una columna en donde hacía una pequeña critica al sistema educativo a partir de una situación que viví en mi colegio y hoy, cinco días después, vuelvo a escribir con miedo.

Mientras leía los comentarios de la gente sobre la columna anterior, una amiga refrescaba la página para decirme cuántos likes llevaba, esto empezó a estresarme y tuve miedo cuando vi que lo que había escrito era como una bolita de nieve. Me llamaron y me escribieron personas con las que hace mucho tiempo no hablaba, unas muy en contra de mi posición y otras no tanto. Al principio fue charro, ¿cómo así que algo que había escrito estaba generando toda esta bulla?

Tuve cinco días para digerir la situación y concluí varias cosas.

Primero: nos quedamos corticos en comprensión lectora… o yo no sé comunicarme asertivamente. Una idea que tenía tan clara en mi cabeza, fue tergiversada por ciertos personajes y aunque entienda que parte de escribir es generar diferentes interpretaciones, parte de leer es aprender a hacerlo.

Segundo: qué miedo. Tengo miedo de escribir y de ser leída. Me asusta pensar que con 17 años es posible generar sentimientos en las personas pero me asusta más haber degustado el poder que tienen las palabras.

Tercero (y más importante): qué perezosas son las personas. Todas tan identificadas o en su defecto, tan no identificadas, con la columna anterior pero siempre desde la comodidad de sus pantallas.

¿Hace cuánto no se para a pelear por algo que vale la pena? Salga de esa comodidad que mantiene y deje de compartir artículos en Facebook que nos recuerden lo mal que está el mundo. Vaya a la calle y haga lo que le gusta y si tanto odia a la industria, pues trabaje para cambiarla. Probablemente muera en el intento pero muérase satisfecho.

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