Bajolamanga.co

Publicado el Bajolamanga

Legalización de las drogas, el miedo a lo desconocido y la importancia de la información

Por: 

“¿Qué tal una historia positiva del LSD? ¿No sería eso digno de salir en las noticias, por solo una vez? ¿Para basar nuestra decisión en información en vez de tácticas de terror y superstición y mentiras?”, se preguntaba el comediante americano Bill Hicks en uno de sus actos antes de morir de un cáncer de páncreas en 1994.

Hicks plantea un debate interesante sobre las drogas y el manejo de la información; creía que era una decisión personal, así como el alcohol y el cigarrillo, y no se entiende que en las noticias nunca salga una noticia positiva sobre ellas, “¿no se supone que las noticias deben ser objetivas? ¿Ser Las Noticias e informar sobre todo…bueno y malo? Les tengo una noticia: he tenido momentos increíbles con drogas”, acotaba el Poeta Negro, su sobrenombre artístico.

Albert Hoffman, científico descubridor en 1938 de la dietilamida de ácido lisérgico, LSD por sus siglas en inglés, escribiócon pesar sobre el mal uso que se le ha dado a uno de los compuestos sintéticos más poderosos que ha conocido la medicina. Entre 1948 y 1958, el mundo científico estaba fascinado con los resultados médicos tan positivos que arrojaron los experimentos psiquiátricos con LSD en pacientes con depresión, traumas y adicciones, pero la propagación del medicamento entre la escena de las drogas a finales de los años 50’s trastocó los planes de su descubridor y del laboratorio donde trabajaba, Sandoz Laboratories.

Los reportes y testimonios en revistas sensacionalistas sobre los poderosos efectos del LSD en la percepción mental y en la experimentación del mundo exterior e interior, calaron profundo entre un sector de la sociedad que cuestionaba “el materialismo, la alienación de la naturaleza a través de la industrialización y la creciente urbanización, la falta de satisfacción en un empleo profesionalizado en un mundo mecanizado y sin vida”, dice Hoffman en su libro.

En poco tiempo el LSD se convirtió en la sustancia psicoactiva más consumida en los Estados Unidos, no solamente entre los jóvenes sino dentro de todo un movimiento contracultural que puso a temblar las bases de la sociedad americana con repercusiones a nivel mundial, las noticias sobre accidentes relacionados con su ingestión no tardaron en aparecer y el gobierno optó por su prohibición en 1968, aunque Sandoz había parado su producción desde 1965 en vista del problema reputacional e incremento de controles del gobierno.

A pesar de los excepcionales resultados medicinales y psiquiátricos, el LSD fue prohibido 30 años después de su descubrimiento y los últimos clavos sobre el ataúd los puso el presidente Richard Nixon en 1971 cuando declaró La Guerra contra las Drogas e incluyó al LSD en una larga lista junto a la heroína y la marihuana, entre otras, sin ninguna distinción.

Ahora que Colombia atraviesa la encrucijada política de llegar a un acuerdo con las FARC y que el tema de las drogas es uno de los más importantes, es imperativo hacer un debate basado en información completa y objetiva sobre sus repercusiones. Este debate tiene que tocar diferentes aristas, unas filosóficas y otras materiales, pero partiendo de la base de la verdad y no de la desinformación, como planteaba Bill Hicks.

Solo a través de la información se mitiga la incertidumbre y el miedo a lo desconocido, “se pelean más guerras por miedo que por ambición”, aprendí de George Friedman, fundador de Stratfor. También Samuel P. Huntington en su libro Choque de Civilizaciones habla del miedo a lo que no entendemos como la causa más importante por la cual dos naciones entran en guerra.

Así pues que es hora de dar un debate informado que despeje los miedos sobre las drogas, tratar el tema sin tabúes y ponderar su potencial. “Creo que si la gente aprendiera a usar la capacidad de inducción de visiones del LSD más sabiamente, en prácticas médicas en conjunto con meditación, entonces en el futuro este niño problemático podría convertirse en un niño prodigio”, concluye Albert Hoffman en el prefacio. Él estaba seguro de su potencial.

 

Esta y otras columnas podrá leerlas en www.bajolamanga.co (@bajo_lamanga)

Comentarios