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El Colombiano ¡periodiquito hipócrita!

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El Colombiano es un periodiquito porque es publicado todos los días, pero ni siquiera alcanza a tomar el carácter de pasquín como lo define la Real Academia Española (RAE) “Diario, semanario o revista con artículos e ilustraciones de mala calidad y de carácter sensacionalista y calumnioso”, porque es peor que eso.

Este periodiquito sale a luz todos los días en Medellín a “ilustrar” las mediocres mentes de quienes lo leen sin reparo alguno, como si fuera la “palabra de dios”, y le cuenta a otros, un poco más críticos, sobre algunos hechos noticiosos, y nada más.

Esta publicancioncita y la otra de la ciudad, que es igual o aun más mala, El Mundo, son desafortunadamente los únicos medios impresos con los cuales contamos los antioqueños para enterarnos, a medias, de lo que pasa en la ciudad y en la región porque El Tiempo y El Espectador no han podido salir de la capital, aunque lo hayan intentado.

El Colombiano es un símbolo de la mediocridad antioqueña, porque los mediocres en Antioquia sí existen, aunque precisamente esta publicacionsita se haya encargado de hacernos creer que no los hay, porque para este tugurio editorial (no soy capaz de hablar de “casa editorial”, me da pena con los lectores) los antioqueños somos perfectos alimentando ese “orgullo paisa” que promueve todos los días en sus paginitas porque sabe que es la única forma de conservar lectores en este pueblo que tanto le gusta que le inflen el ego.

Este es un periodiquito puñetero, mediocre, arrogante, denigrante, ilógico, cínico, lúgubre, hermético, pleonástico, inservible, irresponsable, insolente, impertinente, repugnante, demente, senil, pueril, ramplón, parcial, sectario, atrabiliario, escabroso, empalagoso, tortuoso, tendencioso, sentencioso, verboso, cenagoso, luctuoso, caprichoso, ocioso, oscuro, nublado, alucinado, desquiciado, descentrado, solapado, desorbitado, bufo, arcaico, repetitivo, obsesivo, viperino, ciego, sordo, necio, paranoico, infame, siniestro, perverso, atroz, soez, falaz, olvidadizo, insensato, payaso, y como diría Fernando Vallejo para terminar la lista de la cual tomé algunos de estos calificativos “deslenguado e hijueputa”.

(Qué coincidencia que un libro de Vallejo, calificado de esta manera por él mismo, comparta tantos adjetivos con este periodiquito)

El Colombiano entonces hace honor a su nombre al reunir muchos de los defectos que tenemos los colombianos, como los que acabo de nombrar, pero me faltaba uno que lo puede describir mejor aún: hipócrita!

Podría escribir muchas columnas para mostrar la hipocresía de la rayita editorial (en este caso también me da pena hablar de “línea editorial) de este periodiquito, pero como no merece tanto me limitaré en las pocas líneas que me quedan a exponer el hecho más reciente.

El Colombiano se ha caracterizado por mantener a sus peores columnistas como el admirador de los paramilitares Raúl Tamayo, a Óscar Tulio Lizcano, Juan Gómez Martínez, Hernán González Rodríguez, Enoris Restrepo de Martínez, por nombrar solo algunos de los que son mayoría en este periodiquito, porque allí los buenos son la minoría.

De esta minoría unos escriben sus columnas y tal vez ni siquiera saben la calaña de paginitas donde están publicadas sus palabras, como Rosa Montero o Umberto Eco. Otros si bien no son malos tendrán sus motivos para publicar en este periodiquito, pero que se tengan fino, porque si por algo se ha caracterizado El Colombiano es por expulsar a los pocos buenos columnistas que he tenido.

Por nombrar solo unos casos tenemos a Pascual Gaviria a quien echaron por escribir sobre las habilidades de Madona con el micrófono, la elegancia de Luis Pérez, y la dosis personal; a Javier Darío Restrepo le hicieron lo mismo cuando se refirió a la “Libertad de discrepar”, y a Héctor Abad lo censuraron en varias ocasiones por escribir sobre la sexualidad.

Para no perder la costumbre la semana pasada este periodiquito hizo lo siguiente:

Primero publicó la columna “Enfermos” de Yohir Akerman la cual, sin caer en el irrespeto, argumenta de forma magistral porqué el concepto de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Sabana que establece que los homosexuales son, de alguna manera, enfermos, es obsoleto, retrógrado y es comparable con “los principios que contiene la Biblia sobre la virginidad, la desobediencia de los hijos, o la esclavitud”, y a continuación cita textualmente la “palabra de dios” para rematar su argumentación infiriendo que la historia ha demostrado cómo en estos temas, y en muchos otros diría yo, “dios estaba equivocado”.

Y segundo, para confirmar su incoherencia pero sobre todo su hipocresía, El Colombiano publica una nota diciendo que para el autor no publicar la columna implicaría su renuncia, y que por eso la publican y aceptan su renuncia; y se refugian diciendo que ese periodiquito “promueve el debate desde el respeto y la argumentación” y que aceptan la supuesta renuncia de Akerman porque su columna se aleja de esos principios.

Según la RAE la hipocresía es el “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. La columna de Akerman como lo han expresado otros columnistas como Héctor Abad o Daniel Samper, es respetuosa y argumentada, principios que El Colombiano dice promover pero que evidentemente no promueve y reflejan que es un ¡periodiquito hipócrita!

* Mi opinión no compromete la institución a la cual estoy vinculado laboralmente. 

 

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