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Debates de fondo

Por: CAMILO ARANGO (@camiloarangoo)

El proceso de paz con la guerrilla de las FARC tendrá una importante puesta a prueba en las siguientes semanas. Sin duda ha sido uno de los temas centrales de las campañas electorales, y ahora será en las urnas, de forma indirecta, donde los colombianos daremos la confianza o la estocada a la mesa de conversaciones de la Habana en un momento determinante para el país. Ahora, la participación ciudadana en relación con el proceso de paz no se puede agotar en las urnas, pues el país requiere del compromiso de todos para la discusión seria y bien fundamentada de los problemas estructurales que han alimentado el conflicto armado colombiano.

Durante la última semana, tanto los actores de la mesa como otros actores institucionales, han puesto sobre las agendas públicas algunos debates que se habían demorado en surgir. Las FARC han dado el primer paso al ponersobre la mesa la propuesta de la despenalización del consumo de drogas, como uno de los asuntos centrales a los que le apostarán en la negociación del tercer punto de la agenda de la Habana. La propuesta de privilegiar medidas y acciones tendientes a la regulación gradual y diferenciada del consumo de drogas, considerando su legalización en algunos casos de acuerdo con sus usos e impactos, es ya una propuesta lo suficientemente polémica para generar un debate nacional necesario al respecto, pues se trataría del primer escenario donde un país relevante en la producción de drogas en el contexto internacional se plantea dar el paso hacia la legalización del consumo.

Las reformas al sistema de salud, a la legislación penal y al sistema de justicia, serían centrales para avanzar en ese rumbo, si se materializa un acuerdo en ese sentido, y por ello la respuesta del Procurador no se hizo esperar. En declaraciones públicas puso dos temas complementarios sobre la agenda: la entrega de armas al estado, y la terminación de los cultivos ilícitos. El primero, directamente relacionado con el actuar de las redes vinculadas al crimen organizado, es uno de los problemas que no ha sido abordado con el suficiente rigor en Colombia, donde los procesos de paz no han estado mediados por la entrega física de las armas al Estado, dejando como resultado que se terminen reciclando en nuevas expresiones armadas y nuevos actores ilegales empoderados con amplias capacidades bélicas en el territorio. El segundo tema, que atiende a la exigencia de la erradicación de los cultivos ilícitos en el país, parece un asunto sobre el cual no debería haber desacuerdo, pero sin olvidar que no solo las FARC están vinculadas con la producción de drogas en Colombia y que se deberá avanzar en el tema con los demás actores para alcanzar la meta de cero cultivos.

Ese debe ser el sentido natural de una mesa de conversaciones en el marco de un proceso de paz, un espacio que aliente la discusión pública de los temas de fondo que sirven de motor del conflicto armado colombiano, y que si seguimos dejando de lado, seguirán alimentando las lógicas de guerra que afectan al país.

Celebro las propuestas y la apertura al debate, sin importar de donde surjan. Ahora la invitación es a enriquecer con argumentos la discusión, porque hacer la paz no puede ser solo un asunto de aquellos que tienen asiento en la mesa de conversaciones, requiere de nuestra preparación activa y responsable, y para ello el camino de la reflexión y la discusión de estos y otros temas debe ser un asunto central. El resultado de lo que allá se decida, también será en parte responsabilidad nuestra.

 

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