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Carta al argentino que nunca dejó de crecer

Por: Luis Gabriel Merino (@luisgabrielmeri)

Estimado Julio. Aprovecho que se celebran los 100 años de tu natalicio para utilizarte como disculpa y darme un respiro del tejemaneje de la tierra del sagrado corazón. Alguna vez dijiste que los buenos libros deberían llevarnos directo a la realidad contribuyendo con una mejor idea de donde estábamos. Pero te aseguro que si estuvieras en la Colombia del 2014, utilizarías la literatura para lo contrario, como método para alejarte temporalmente de una realidad de circo.

Imaginate un lugar donde en una sola semana un hacker megalómano asegure que el procurador de la nación le manda abrazos afectivos y apretados;donde seutiliza una plenaria del Senado de ocho horas para que un partido político que logra 20 curules y 7 millones de votos, discuta las razones por las que se siente sin garantías democráticas; donde una guerrilla incoherente, (sí, todavía tenemos guerrillas) dinamita una vía nacional y quema tractomulas en un sector llamado “el manicomio”, como firme acto de paz; donde el mismo hacker supuestamente tiene un diario escrito a mano, como si fuera muchachita de quince, revelando secretos de seguridad nacional y donde un senador en plena sesión se ufana de tenerlo en exclusiva; donde hay gente indignada porque un narcotraficante queda en libertad después de cumplir 24 años de cárcel, pero que no se indigna por la posibilidad que miembros de guerrillas narcotraficantes no paguen un solo día de cárcel; donde niñas de trece años llegan a un centro asistencial por posibilidad de estar intoxicadas con plomo después de un proceso de vacunación realizado por el mismo Estado; donde se cierran plenarias del Congreso cuando el gobierno se siente amenazado por la representación de partidos contrarios en la institucionalidad electoral; donde la divulgación de una relación de pareja entre ministras del mismo sexo revuelca a toda la godarria indignada; y donde una sentencia de la corte que faculta a una pareja homosexual para adoptar, da pie para que una exfiscal y actual senadora proponga referendos, como si el derecho básico a la igualdad fuera posible refrendarlo.

Pero para qué aburrirte más con nuestra colombianidad. Vos que andabas delirando en un cafecito en el París de los sesenta escribiendo sobre Oliveira y La Maga, sobre trancones descomunales en autopistas del sur, sobre luchadores de boxeo y agencias interestelares que limpiaban estrellas, sobre el miedo paralizando gente en antiguas casonas de Buenos Aires, mientras se te alborotaban los Cronopios y las Famas en medio de la estridencia de las trompetas de Charlie Parker. Vos que eras el ídolo de García Márquez (se me olvidaba contarte que acá hay políticos que inclusive mandaron al infierno al genio de Aracataca, y que si estuvieras vivo lo más seguro es que te hubieran mandado también a la casa de Lucifer. Con eso te digo todo).

Sólo me di licencia de literatura esta semana. Ya voy a cerrar tus cuentos para retomar los cuatro tomos del Centro de Memoria Histórica sobre desaparición forzada y tratar de entender cómo es posible que tengamos tres veces más desaparecidos que las dictaduras del cono sur juntas y nos creamos con la democracia más estable del continente. Sí, Julio, acá no podemos darnos el lujo de distraernos leyendo literatura. Ojalá esto cambie rápido y pueda leerme “62 Modelo Para Armar”, que he empezado tres veces pero por barroca no he podido pasar de la página 23. Pero creo que pasará bastante tiempo antes que nos podamos dedicar a otra cosa que no sea tratar de entender cómo es posible que hayamos creado una sociedad tan inverosímil, desigual y violenta. Saludos.

 

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