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Aprendizaje amordazado

Por: Carolina Muñoz Benitez

Cuando se habla de transformación social, uno de los aspectos más frecuentados es la educación. Se defiende incansablemente su virtud de formar seres íntegros, preocupados por las causas colectivas y educados en un amplio campo de habilidades intelectuales.  Sin embargo, la fórmula no es tan sencilla. Hasta el más empedernido de los aprendices caería aniquilado ante un modelo educativo en el que muchos se ven acorralados, un modelo que obliga pero no inspira.

El momento en el que se aprende para competir o para demostrar que se sabe, es el momento en el que se pierde la curiosidad, una virtud que nuestra sociedad necesita alarmantemente. Ahora que estoy próxima a graduarme del colegio, he comprendido que este recorrido ha naturalizado en mí, el hecho de tener una cantidad de responsabilidades a las que rara vez podré sacarles provecho. Esto se debe a que el sentido con el que hacemos las cosas, o es inexistente, o es impuesto.  A veces, cuando algún estudiante se queja por la exagerada carga académica que tiene, recibe respuestas de este tipo: “debes prepararte para la universidad” o “eso lo van a preguntar en el ICFES”. En estos casos me pregunto con angustia si es tan lógico que seamos preparados para un mundo en el que siempre nos vamos a sentir cohibidos, si es tan necesario instalar en nuestras mentes esa prevención exagerada que nos roba la calma y nos ahuyenta la motivación.

Por mi parte, considero que el mensaje debería ser encaminado a una perspectiva distinta.  Precisamente, al hecho de alentarnos a cambiar esa obtusa realidad en la que se aprende con ansiedad y se producen intelectuales sin carisma. ¡Cuántas tardes me he encontrado a mí misma haciendo cosas que me generan estrés en vez de generarme más preguntas!, a sabiendas de que además, serán las que establezcan que tan buena o mala puedo ser.

No se trata de perder el rigor característico de la academia y el compromiso que esta misma requiere, pero si se debe buscar que aquel compromiso tenga un verdadero sentido. Este, sin dudas, debería ser en gran medida una cuestión de voluntad. Hoy en día sabemos que Colombia tiene una educación poco competente a nivel internacional y que las instituciones tanto públicas como privadas tienen muchos retos que asumir. Sin embargo, más allá de la adquisición desenfrenada de conocimiento, el primer reto es motivar a aprender. No se aprende para ganar un examen, no se aprende para posicionar una institución y darle prestigio. ¿Queremos estudiantes impacientes de su graduación, porque no se sienten plenos en su proceso formativo? ¿Qué estamos construyendo en realidad? Este tipo de estudiantes  terminaran sus estudios, y no querrán seguir instruyéndose en otros ámbitos. Aunque suene paradójico, de tanto estudiar, querrán dejar de hacerlo para siempre.

La cantidad desmesurada de tareas y trabajo por hacer, traen como consecuencia una sola cosa: el desespero de acabarlas pronto. El afán opacará el trasfondo de estas actividades y no le dará al estudiante las bases para pensar que el aprendizaje es fascinante; y que el fatídico intento de comprender el mundo desde todo ángulo es que el que le da verdadero sentido a la existencia humana.

Yo, Carolina, como una persona colmada de curiosidad y ganas de ampliar perspectivas, insto a usted querido transeúnte, para que reivindique su derecho a estudiar por convicción propia. Siendo honesta, añoro los días en los que me emocionaba pensar en llegar a hacer mis tareas, o visitar una biblioteca en búsqueda de incontenibles sorpresas. Añoro con locura aquellas veces en las que yo me aventuraba en el conocimiento y no era él quien se imponía ante mí. Si, tal vez añoro demasiadas cosas, tal vez el sistema nunca se adecue a ellas, y los maestros tengan, en muchas ocasiones, que seguir sus parámetros de competencia y calificación (aun cuando dan todo de sí para brindar una experiencia amena),  pero, de manera irreverente, insisto en que deseo ser hija del hedonismo intelectual y no producto de la frustración propia de saber mucho y disfrutar poco.

Original: http://bit.ly/1Ru8TJL

carolinamuñoz

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