A la Palestra

Publicado el Juan Sebastián López M

Isagén o cómo mancillar el interés nacional

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Por: Juan Sebastián López M
@Juanslopezm

La venta de Isagén provocó un enorme rechazo que ha sorprendido hasta a los más optimistas opositores de la privatización, pues a las suficientes razones de fondo acerca de la inconveniencia de vender la joya de la corona del sector energético ahora se le agrega la escandalosa forma como se dio la enajenación.

Juan Manuel Santos, Mauricio Cárdenas y Germán Vargas Lleras, principales responsables políticos de la mala venta de Isagén, se pasaron por la faja el posible detrimento patrimonial advertido por la Procuraduría, el concepto de la Contraloría en referencia a que Isagén sí es una empresa estratégica y que privatizarla reduciría los ingresos de la Nación, la oposición del 80% del Senado y las 23 alternativas que se presentaron para financiar las vías 4G sin tener que vender Isagén.

Pero lo que resulta aún más indignante es que el gobierno desconoció olímpicamente el enorme torrente de opinión que logró unir de manera casi unánime a los colombianos de diferentes orillas políticas en defensa del patrimonio público y en contra de la privatización.

A pesar de todo, el gobierno se empecinó en vender la gallina de los huevos de oro en un atropellado proceso que ha dejado más preguntas que respuestas. ¿Por qué hicieron la “subasta” con un único oferente a sabiendas de que se dejarían de ganar billones de pesos al no existir puja? ¿Por qué el único fondo que ofertó fue Brookfield, dirigido por ex subalternos de Tony Blair, amigo personal de Santos y reconocido por sus negociados a escala mundial? ¿Por qué el gobierno hizo caso omiso a los cuestionamientos en contra de Brookfield por corrupción en Brasil y Estados Unidos?

Con inusual nitidez, la privatización de Isagén ha dejado al descubierto el espíritu antinacional que anima las actuaciones del actual gobierno. La cúpula santista ha logrado separar su suerte personal de la suerte de los colombianos, de tal forma que mientras a ellos les va bien, al país le va mal. No hay que olvidar que la privatización total del sector eléctrico es un mandato del capítulo económico del Plan Colombia y hace parte de las fracasadas recetas del neoliberalismo, las mismas que han convertido a Colombia en uno de los países más desiguales del mundo.

El desdén del gobierno de Santos por sus compatriotas contrasta con la actitud servicial con la que acata los disparates de organismos multilaterales, que actúan siempre anteponiendo los intereses de las potencias que los controlan. En los últimos meses, los colombianos hemos presenciado un desfile de representantes de la OCDE, el Banco Mundial, el FMI, el BID y la Unión Europea opinando sobre lo divino y lo humano. Según ellos, en Colombia el IVA es muy bajito, el salario mínimo muy alto, las mujeres se pensionan muy jóvenes, entre otras muchas regresivas “recomendaciones”. Medidas antinacionales, presentadas como la panacea por el poderoso aparato mediático del gobierno.

Por fortuna, parece que el país empieza a sacudirse de un largo letargo de conformismo. La falsa unidad nacional que lidera el actual gobierno con el objetivo de seguir feriando el patrimonio de la Nación y malvendiendo el país, ha despertado una autentica convergencia nacional en rechazo a las políticas que van en contra del progreso y el bienestar de Colombia.

Solo un gobierno verdaderamente nacionalista y democrático, que defienda y promueva el trabajo y la producción nacionales, podrá hacer uso correcto de nuestros abundantes recursos naturales, los cuales, sumados al talento y la capacidad de trabajo de los colombianos, podrán llevarnos a niveles de desarrollo nunca antes soñados en este país.

 

 

 

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