En los romanos persiste una tradición milenaria por las fuentes, y es así como desde los inicios del Imperio Romano las fuentes han servido para dotar de agua a los pobladores de la zona en todas las distintas épocas. Con sus más de dos mil fuentes distribuidas por toda la ciudad, no hay ninguna otra en el mundo que cuente con más sitios donde el agua estalla de una estatua pequeña, ni más lugares donde se le vea al agua volar en cascadas y caer sobre grandes piletas decoradas de fastuosos monumentos.
Así las más famosas son la Fuente de Trevi, que es lugar donde iban a morir las aguas del acueducto, y la Fuente del Moisés (o Fuente del Agua Feliz), ubicada en la Plaza de San Bernardo, y que representa a un Moisés que hace manar agua de entre las rocas.
La Fuente de la Barcaza en la Plaza de España se caracteriza por tener la forma de una barcaza que se hunde, queriendo recordar el naufragio de una embarcación que sucumbió hace siglos en las aguas del Tíber. En uno de los cruces más conocidos de la capital italiana confluyen cuatro fuentes majestuosas en sus esquinas, conocidas como Quattro Fontane. Adornada por columnas traídas de la Basílica de San Pedro, y en lo alto de una cima del Janículo donde se logra vislumbrar un panorama imponente, la Fontanone del Gianicolo no ha dejado de suministrar agua desde que el papa Paulo V encargara su construcción a comienzos del siglo XVII. En la Plaza Navona se congrega un conjunto de fuentes, donde se destaca la Fuente de los Cuatro Ríos, que representa cuatro grandes ríos de cuatro continentes distintos: El Danubio de Europa, el Ganges de Asia, el Nilo del África y el de la Plata de América.
Fuente: enroma.com / viajeroerrante.com
Fotografía: canalviajes.com
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