Entre los mapuches chilenos hay mujeres que nacen para cumplir una misión destinada. Es así como la machi es la encargada de velar por la salud física y espiritual de su gente. Ella debe permanecer en su lugar de oración, procurando no alejarse por más de tres días. Pero a sus casi 60 años a la reconocida machi, Francisca Linconao, le ha sido imposible abandonar la cárcel de Temuco para retomar sus rutinarias tareas botánicas.
Hace años su nombre cobró cierto protagonismo, cuando denunció la tala ilegal de árboles en territorios protegidos para la preservación de su pueblo, además de la violación y contaminación de los “monokos” (humedales) a causa de la explotación minera. El caso sentó un precedente. La machi ganó el litigio y la justicia condenó al Estado a pagar una indemnización por los daños ocasionados al pueblo mapuche.
Desde entonces Francisca ha sido objeto de persecución y hostigamiento. Acusada de numerosos crímenes, esta vez le sumamos la acusación de incendio provocado y homicidio, por lo que Francisca se encuentra en prisión por cuarta vez en su vida.
A pesar de que escasean las pruebas en su contra, la Ley Antiterrorista condenó a la machi a una injustificada prisión preventiva. Las marchas de los muchos que la quieren libre no han conseguido mayores logros, y ahora a Francisca no le quedó más que apelar al recurso del hambre. “No tengo otra opción”, dice después de padecer una huelga que la ha llevado a dejar de comer, y por lo que tuvo que ser hospitalizada.
De mujer a mujer se dirige a Bachelet por medio de un comunicado. Explica que esta reclusión en una cárcel no es sólo injusta, sino que además desconoce su forma de vida: “Lo que yo busco urgentemente es vivir en dignidad en mi territorio”.
Fuente: AJ + Español / mapuexpress.org / elmostrador.cl / latercera.com
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