300 GOTAS

Publicado el Bastián Baena

La ciudad construida en la roca: Pétra sobre piedra

Ignoramos el valor del agua porque nunca nos ha faltado, pero más de mil millones de personas no tienen acceso al agua potable en nuestro planeta.

En Oriente Próximo, sobre arenas desérticas, el agua recobra toda su importancia. Al sudeste de Jordania, la ciudad tallada y esculpida de piedra, Pétra, depara uno de los territorios más áridos de este mundo. Hace dos mil años era un influyente centro de comercio en la región. La capital de los nabateos podía albergar a unos treinta mil caravaneros que hacían la ruta del incienso y de las especias entre Egipto, Siria, Arabia y hasta el Mediterráneo.

Pétra se surtía principalmente del agua de las lluvias. Llueve un promedio de nueve días por año. Para recoger el agua, los nabateos construyeron kilómetros de acequias y grandes aljibes excavados en la piedra, fuentes públicas, redes de cisternas, caudales que captaban el agua de manantiales recónditos y alimentaban a los barrios más altos, e idearon avanzadas instalaciones de recogida y distribución comparables a las de Roma en su época, y que hoy todavía son visibles entre las agrietadas paredes de roca.

Para transportar cuarenta millones de litros de agua al día los nabateos tenían su orden y sus reglas. A Roma le bastó cortar el acueducto cuando quiso que Pétra se rindiera. La ciudad se rindió de inmediato.

Esta cultura sabía cómo usar el agua para cosechar cebada y trigo y proveer a un gigantesco caravasar erigido en la roca del desierto. La escasez del agua no fue un obstáculo. El valor y el trato que le dieron al uso del agua fue un manual de convivencia escrito en códigos colectivos y solidarios, y una muestra de que es la organización y el uso consciente lo que promete un sistema funcional y sostenible en el tiempo.

The city built on rock: Petra

We ignore the value of water because it has never failed us, but more than one billion people lack access to safe drinking water on our planet.

In the Middle East, on desert sands, water regains all of its importance. Southeast of Jordan, Petra, the carved and sculpted stone city, holds one of the most arid areas of the world. Two thousand years ago it was an influential center of trade in the region. The capital of the Nabataeans could accommodate thirty thousand pilgrims that made the route of incense and spices from Egypt, Syria and Arabia to the Mediterranean.

Petra gets its water supply from the rains. It rains an average of nine days per year. To collect water, the Nabateans built miles of ditches and large cisterns which are dug into the rock, as well as public fountains, cistern networks and flows that captured hidden spring water to feed the higher neighborhoods. They also devised advanced facilities for water collection and delivery that are comparable to those in Rome, which are still visible today between the cracked rock walls.

In order to transport forty million liters of water per day, the Nabataeans had their rules and regulations. It was enough for Rome to cut the aqueduct when they wanted Petra to surrender. The city surrendered immediately.

This culture knew how to use water to harvest wheat and barley for providing a huge caravansary built in the desert rock. Water scarcity was not an obstacle. The value and the way they treated water was written in collective coexistence and solidarity codes. These codes are a testimony that it is organization and mindful use what assures a functional and sustainable water system over time.

Fuentes: National Geographic / portalplanetasedna.com.ar

 

Fotografía: peru.com
Fotografía: peru.com

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