Las aguas grises son aquellas que fueron empleadas para usos domésticos. Con la que lavamos prendas, limpiamos utensilios, aseamos nuestros hogares. El sobrante de baños, lavabo, regadera, lavadora, esa agua de aspecto grisáceo y turbio que no alcanza a ser blanca, es decir, pura y cristalina, pero tampoco llega a estar contaminada como para asignarle un lugar entre las aguas negras, aquellas que recorren por cloacas y vertederos.
Si bien no son aguas aptas para consumo humano, su destino tampoco tendría que ser el mismo que corresponde a las aguas cloacales. A pesar de que las aguas grises podrían aprovecharse de múltiples maneras, su trayectoria va rumbo al mismo espacio donde se unen con aguas altamente contaminadas.
En muchos casos el agua blanca pasa directamente de la llave al desagüe, y apenas empezamos a cuestionarnos de si en realidad es necesario emplear agua potable para bañarnos o vaciar los inodoros, cuando bien podríamos suplir estas necesidades con agua limpia pero no necesariamente tratada.
Poner un balde bajo la ducha mientras esperamos que el agua se caliente. Esta agua podría aprovecharse para ciertas labores de limpieza. A las plantas les viene bien el riego con aguas grises, ya que estas suelen tener nutrientes que aportan al crecimiento vegetal. También se pueden implementar sistemas para vaciar los sanitarios usando las aguas grises.
A otro nivel, las plantas de tratamiento de agua quieren sacar el mejor partido de estas aguas grises, ya que no son aguas que alcanzaron un grado alto de contaminación, y por lo mismo debieran aprovecharse mejor. La ciencia y la tecnología continúan desarrollándose y expandiéndose.
Nosotros esperamos que unas líneas puedan llevar también esta revolución a la cotidianidad de nuestros hogares. Que un día se popularicen los hábitos y prácticas de una sociedad más consciente de la armonía ecológica.
Fuente: greywaternet.net / soliclima.com
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